Salió corriendo al grito de "¡yo la mate!" "¡yo la mate!"
Mi sobrina estaba ahí, tirada en el piso, sin moverse.
Es donde se te nubla todo viste, no sabes que hacer.
Yo recién llegaba de ese trabajo de mierda, donde me estaban por echar.
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Después de un subte y dos colectivos, me encontré con eso.
Tenía libertad condicional, me lo recordaban todos.
Corrí hasta ella, la abrace y le sentí el pulso, estaba viva, seguía nublado, le salía sangre por todos lados, estaba solo, con el hijo de puta corriendo por ahí.
Respire profundo, llame a la ambulancia y me senté.
Cansado, reprimido.
Imaginate.
No iba a hacer mucho, por suerte llegue a tiempo.
El fierro guardado en la medianera del Beto me llamaba, la mano se me calentaba.
Y entendí, esa vez entendí.
Que no somos asesinos, somos gente buena.
No iba a hacer nada, solo respirar profundo.
Todavía me queda barro en las zapatillas de aquel entierro descampado.
Era una tarde hermosa, complicadas para los alérgicos, estaban todos los nogales explotados.
Por suerte, mi sobrina ya se recibió y está por empezar la universidad.
No le quedo ni una secuela del incidente.
Nunca nadie supo del mono, "Carlos Enrique Muñoz"
Yo tampoco.
Y vuelven a florecer los nogales.
Y yo volví a trabajar.
Seguimos siendo buenos.
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