... el artista estaba a punto de cerrar su taller y dejar a un lado su sueño de pintar. Las deudas se apilaban junto con los óleos.
Esa tarde estaba sentado el suelo de su taller, otrora un antiguo establo pequeño que alquiló con todas sus esperanzas y con los pocos ahorros de su antiguo trabajo como carpintero. Estaba pensando en nada, cuando de un de pronto vio una figura que atravesaba el umbral, algo encandilado por el sol que entraba por la ventana no logró distinguir bien a la persona. Era un hombre vestido con traje costoso que entró no sin poner un poco cara de asco. EL asunto es que era un empleado de una agencia de publicidad que trabajaba con algunos cineastas, por esas cosas de la vida, uno de esos cineastas emergentes había visto el trabajo del pintor y decidió contactarlo para trabajar en una de sus películas en todo lo referido a fotografía y relacionado.
Habían pasado dos meses de ese hecho, el arista con un semblante muy distinto, con un tono claro de felicidad , Había vuelto a su taller, entró y observó cada detalle, con él venía un grupo de personas que había contratado para reparar y pintar su taller. Los trabajadores descargaron sus herramientas, renovaron el techo, impermeabilizaron, pusieron ventanas y puerta nueva, instalaron un piso vitrificado, y a la semana remataron todo pintando por dentro y por fuera con un blanco titanio y un azul pacífico, siguiendo las instrucciones del artista...El pintor con mucho trabajo en el cine, ya tenía nuevas ofertas, se había hecho un buen nombre. cuando pudo regresó para pasar un par de días en su querido taller, con él traía una estufa a gas, una colchoneta inflable y un saco de dormir...Combinó colores que entre el majenta el amarillo y el blanco titanio, iban dando vida a sus nuevos óleos. Pintó hasta muy entrada la madrugada, al otro día pintó hasta una hora prudente, hasta cuando el reloj marcó las 23 horas, pues tenía que emprender viaje de regreso a su trabajo a eso de las 8 de la mañana. Se despertó con el canto de las aves del campo, consultó la hora en su muñeca derecha, las 7 en punto, abrió un termo y se sirvió un café y preparó un sandwich con jamón colonial y queso edam, disfrutó cada bocado y el café lo saboreó totalmente, se sentía feliz y mientras conducía de vuelta a la ciudad para tomar un vuelo, internamente daba las gracias por tener un trabajo, tener un taller y hacer lo que le gustaba más en la vida, no había sido lo que él se había propuesto cuando hace algunos meses había dejado todo por seguir su sueño, mas estaba consciente que muchas de las veces en la vida hay que saber adaptarse y así lo hizo. |