Recuerdo que era una tarde sabatina y que fui llevado por el marido de mi hija menor a su hogar. También que era una casa enclavada en una pequeña montaña. Con más de la mitad hacia abajo, pero con lo fundamental sobre la superficie. Y el asunto era celebrar su segundo ‘baby shower’, que en este caso es una niña que llamaremos Mía.
El acto comenzó un tiempito después de nuestro arribo y en apariencia todo había sido organizado por una joven que mostraba tener el control absoluto de su contenido. Y viéndola actuar, me remonté a lo ocurrido once años antes, en el ‘basement’ de mi casa: que también fue mi hija menor, anunciando en otro ‘baby shower’ la llegada de mi nieto Anthony.
Pero lo que me impactó fue que en ambos festejos hubo dos chicas similares al frente de todo lo ocurrido. Con la diferencia de que la de ahora, iniciaba y cerraba cada segmento de manera mecánica: “vamos ahora a….y luego pasemos a…” En cambio, la anterior fue conductora y animadora de comienzo a fin. Tanto, que cinco años después de aquello, mi hija me preguntó qué si yo la recordaba. ¡Hija---le dije--- esa chica es inolvidable!
Ocurriendo esta tarde, para mi sorpresa, qué élla irrumpió intempestivamente, en el escenario: primero me saludó y luego sé sumó al desarrollo del evento, conforme lo establecido por la otra. Y la cosa se mantuvo así por un rato, hasta que la recién llegada, encarando a mi nieto de once(Anthony), en inglés le cuestionó: ¿Do you remember me? Y en el insignificante tiempo trascurrido entre su pregunta y la respuesta sana del niño, estrelló una veloz mirada contra mis ojos.
Luego, pronunciado el ‘yes’ del niño, llenó élla el espacio con la siguiente frase: “Es qué yo soy inolvidable”.
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