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estaba leyendo un libro llamado Auto de Fe, de Elías Canetti y sin darme cuenta quedé dormido... y el sueño era que yo había logrado un gran negocio... pensé en vender la empresa... estaba agotado de lo mismo de siempre... hablé con todos los empleados y les dije que había vendido la fábrica... todos entendieron... luego fui a cerrar el trato y me dieron una gran cantidad de dinero... no diré cuanto, pero era lo suficiente como para pagar mi sepelio y alquilar una pieza en un hotel importante... tenía más de 65 años y esto es un aviso que uno debe cuidarse y no excederse en quemarse demasiado rápido... tenía los libros y viajaba seguido a ver y escuchar a Prem Rawat... donde quiera que fuera, iba tras de él... no era un fanático, pero si me gustaba su presencia... en uno de mis tantos viajes quise conocerle más de cerca, bueno, jamás había conversado con él y pensé que ya era hora al menos una sola vez... hablé con uno de esos enormes gringos que le rodeaba y en mi ingles masticado les pedí me dieran un momento con el señor Rawat... me miraron de arriba hacia abajo y con un aire de desconfianza dijeron que me avisarían pronto... pasaron dos años y ya tenía la edad suficiente como para no volver a viajar más cuando recibí una carta... era del señor Rawat... "Querido Jose Luis, he recibido su voluntad de conversar con mi persona, es poco el tiempo en que dispongo, pero, puedo hacer un espacio cuando viaje a Paris, el día 28 de febrero le esperaré a las 11 de la mañana en el hotel Hilton... me llama a este número para coordinar la hora... un gusto será conversar con usted"... viaje y me di cuenta que ese día era mi cumpleaños y la hora la misma en que vine a este mundo... y bueno, esperé y esperé, y viajé... llamé al número y me dijeron que vaya a la habitación numero 1953... esperé el día cuando recibí llamadas de mi olvidada familia...
después que mamá nos dejó, me alejé totalmente de la familia, no hablaba ni deseaba hablar con ellos ni con ni un amigo... pero el recuerdo de mamá siempre estuvo en mi corazón... aun la veo en sus últimos instantes de vida cuando estaba comiendo un trozo de pan, ella se atoró y tosió y tosió tanto y tanto que noté que su alma había partido... la cargué y la eché en su cama... la tapé como si estuviera durmiendo... encendí su canal preferido y quedé mirándola por unas horas, luego cerré su cuarto y seguir mi diario laburo... mis hermanos llamaban y yo les decía que ella estaba agotada pero ya estaba bien... pasaron dos semanas cuando una de ellas vino a casa y notó que mamá no estaba más con nosotros... me dijeron de todo, pero, no me importó... y decidí no hablarles más... y así fue como la soledad se hizo más presente en mi vida y así fue como llegue al instante en que viajé a encontrarme con Prem...
la verdad es que ni me alegraron sus cumplidos ni nada especial, pero agradecí sus llamadas... llegó el momento… entré al elevador hasta llegar al piso 19... habitación 1953... llegué a la hora justa y habían dos personas que esperaban pienso yo, lo mismo que yo... y cuando me llegó el turno, entré... y allí estaba el señor Prem... sentando en un verde y cómodo sillón, con una jarra de agua sobre una pequeña mesita redonda... noté dos vasos y tenía sed... no le dije nada, pero Prem me dijo que me sirviera un poco de agua... gracias, le dije... sonrió... bebí el vaso de agua y luego le miré a los ojos... y el miró los míos... sonrió y me dijo: “…no hay nada que decir, que nuestras vidas estuvieron unidas desde que nacimos... mis pensamientos eran los míos y los suyos eran los míos... no hay nada que decir más que agradecer por esta vida que Dios nos ha dado... siempre estaremos unidos en ese sentido... eres una buena persona y un buen amigo, y mejor alumno... ahora es tiempo que compartas todo aquello que has aprendido en esta vida, juntos...", me sonrió y sentí que debía salir... antes de irme le dije que me gustaría escribir de nosotros... está bien, respondió... salí del cuarto y me fui a mi hotel... luego me fui al aeropuerto y esperé el primer avión que me llevara a mi hogar, es decir, a mi hotel... apenas llegué vi a muchos amigos y familiares esperándome... me recibieron y me llevaron a mi hotel... gracias, les dije... y luego, ya en mi hotel, empecé a escribir acerca de mi vida que era tan larga y corta como esta respiración... cuando llegó la noche sentí ganas de llorar y lloré de tanta paz que sentí que no hay palabras…
desde aquel día, me siento frente a un parque, cojo una vieja guitarra que compré y canto, canto a la vida y al amor… y de eso escribo y vivo…

Texto agregado el 17-09-2022, y leído por 70 visitantes. (1 voto)


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