Crónica de actualidad


En el valle

Jorge Naranjo, Alfredo Ciruelo y Alejandro Olivos, tres habitantes de los pocos que quedan en un valle otrora verde y fértil, estaban recordando tiempos mejores a la sombra de la torre de un inmenso molino de viento miembro de una comunidad de un ciento de estos gigantes modernos que habían invadido aquel lugar. No eran molinos de aquellos que con la fuerza del viento extraían agua desde napas profundas ni tampoco aquellos que el caballero andante quiso vencer, sino que eran de esos modernos armatostes que parecen aviones que se plantan en la tierra para que usufructuando de la generosidad del viento generen electricidad.

Recordaban cuando sus árboles se cargaban de frutos, sus praderas producían cereales, se criaba ganado que era el sustento para sus familias, las del pueblo cercano y las de la ciudad más distante durante todo el año, dado que el agua era abundante y de uso libre equitativo a la vez que el río que atravesaba la comarca era el hábitat de truchas y pejerreyes, mientras que sus remansos eran espacios de sana entretención.
También, recordaban el pequeño pueblo que cobijaba un ciento de familias empeñosas, que labraban la tierra, sembraban el sustento, plantaban árboles frutales esperando que el clima, entones benigno, en la temporada correspondiente los premiara con buenas y abundantes cosechas.

No sólo recordaban, también pensaban que hacer para que la naturaleza volviera a ser benigna, para que aquellos que emigraron a las grandes ciudades a rumiar más pobreza, volvieran a sus tierras hoy resecas por el sol, además pensaban en formas de como recurrir al gobierno estatal por ayuda tanto técnica como económica que ayudara a paliar la sequía que se extendía por años, para que los campos se volvieran a vestir con el verdeo de verduras, el multicolor de fruta madura, todo coronado con el dorado de mieses para hacer el pan de los que quedan, los que volverán y de los retoños que en la comarca vuelvan a nacer.
Además, como exigirles a los políticos que miren hacia el campo para que vean que allí también está el trabajo productivo, el necesario alimento, el bienestar futuro y no en sus promesas mentirosas e interesadas.

Afortunadamente este año en mi región algo ha llovido, el clima ha sido benigno, incluso se auguran nuevas lluvias acompañadas por nevadas que ojalá rebasen los embalses construidos por el hombre y los glaciares cordilleranos vuelvan a almacenar el agua duradera para que Jorge, Alfredo y Alejandro ya no estén sólo acompañados por molinos que en lugar de extraer agua de la tierra extraen electricidad del viento, sino que también por sus naranjos, ciruelos y olivos que de nuevo florecerán para luego producir esos exquisitos frutos que todos apetecemos.

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Sostengo que no hay cambio climático tal como lo pintan los agoreros aprovechadores de siempre.
De que hay cambios, claro que los hay, pero se deben a ciclos repetitivos alternados propios de la naturaleza a los que, no podemos desconocer, también ayuda el ser humano provocando desequilibrios que afectan las condiciones características naturales de La Tierra, de lo cual se aprovechan aquellos oportunistas que sólo quieren obtener réditos de los crédulos que se dejan llevar por los vaticinios de encubiertos líderes temporales.