Cómo ser millonario
Soy un licenciado en sociología y doy clases en la universidad del estado. Acostumbro llevar a gentes triunfadoras para que den conferencias de motivación a mis alumnos. Así que le pedí a mi amigo Pepe, conocido desde la infancia, y uno de los hombres más ricos de la comunidad su cooperación.
Él aceptó de inmediato con las siguientes aclaraciones:
—Mira, yo soy adinerado de a madre, gracias a la herencia de un tío viudo sin hijos, viejo sangrón, avaro, roñoso a más no poder, pero eso si asertivo en los negocios, además de lascivo, concupiscente mañoso y diabético. Como yo estaba bien jodido, me ofrezco de su ayudante sin sueldo, sólo por la comida, el viejo agarrado de inmediato aceptó.
—¿Y?
—Lo convencí de que dejara de usar insulina que hace daño a los ojos y en su lugar mejor preparados de nopal que bajan el azúcar, además lo atiborré de cosas dulces, pasteles, coñac, fino whisky de 18 años y viejas fáciles a placer.
—Cuando menos estaba contento,
—¡Sí! Pero pronto marcha de este mundo. Fui su único heredero y como soy de buen corazón en lugar de cremarlo y arrojar sus cenizas a la basura, lo inhumé en un mausoleo de lujo, más que nada por el qué dirán.
—¿Sus otros parientes no te buscaron?
—Así fue, pero a cada uno lo mande a chingar a su madre.
—Tienes una manera peculiar de expresarte.
—Es que digo la verdad. Si quieres que hable con tus pupilos estoy puesto.
Desde luego no acepte su ofrecimiento.
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