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Somos una familia parte 23

Ya eran las dos de la tarde y el trabajo continuaba. Israel se tomó un pequeño descanso porque ya no aguantaba la espalda. Su amigo Oscar estaba en la fuente del hospital. Ahí se juntaban varios médico y residentes a platicar.
- ¿Cómo estás? – pregunta Oscar.
-Cansadísimo.
-Y hoy te toca guardia.
-Ya ni me digas. Me duele la espalda – se queja Israel.
-Necesitamos una buena cogida – recomendó Oscar.
-Voy a regresar. Tengo demasiado trabajo.
Después de las ocho de la noche, Oscar ya se había ido a su casa. Israel continuaba con su respectivo trabajo. A las doce de la noche le toca cenar. Se sentó en la cafetería asignada a los médicos y platicó con otros compañeros que ya sabían de la noticia del embarazo de su mamá.
A las dos de la mañana le toca su primera ronda. Tenía asignada una ronda por cirugía general cuando le llamó Emilio, pero no pudo contestar. Tiempo después, en el pasillo le llamó a su papá. Al terminar la llamada, Flavio se acercó a Israel muy molesto.
-Sabe perfectamente que no puede hacer llamadas en horas de trabajo.
-Lo sé – le respondió Israel – llamé a mi casa porque mi mamá está delicada de salud – Israel le dijo sin titubeos – fueron segundos. Ahora, voy a regresar a mi trabajo.
A las cuatro de la mañana, revisando expedientes, en el pasillo Margot le ofreció un dulce a sus compañeros incluido Israel. Disfrutando su golosina, Flavio pasó junto a ellos con una servilleta para que escupieran el dulce.
-Saben perfectamente que no pueden comer en hospitalización – dijo Flavio con la servilleta en la mano – los quiero ver trabajar.
Por la tarde, Israel estaba completamente molido por la guardia. Estaba dormido en el sillón mientras que Nuria estaba sentada en el comedor junto a su suegra y Alex que estaba haciendo la tarea.
Nuria quería gritar a los cuatro vientos de su embarazo, era motivo de fiesta. Quería llamar a su mamá y hermano para compartir la noticia, pero no había ningún tipo de relación.
Gonzalo, estaba harto de su mamá. Ella lo domina, maneja su vida. Y es que cuando te tienen bajo los chantajes de alguien, eres incapaz de reaccionar porque piensas que eres mala personas por actuar en contra de lo que ellos quieren. Eso pasaba con el hermano de Nuria. Gonzalo tenía miedo de ser el malo de la historia por intentar vivir su vida y que Julieta, su mamá se sintiera culpable.
Julieta se queja todo el tiempo diciendo que ya es una vieja y no sirve para nada. Roberto la había alejado de todas sus amistades y familia. No salía, no tenía una vida propia, se había apoderado de la vida de sus hijos. Pero desde que Roberto corrió de la casa a Nuria, Gonzalo pagó las consecuencias.
Un día en el supermercado, Julieta se encontró con Verónica, la amiga de Nuria en la universidad. Estaba sorprendida de no verla con Nuria.
-Señora. Tenía mucho tiempo que no nos veíamos.
-Lo sé – dijo Julieta con una vocecilla.
- ¿Y Nuria? – preguntó Vero.
-Ella me abandonó.
-Pero ¿Cómo?
-Se fue con un fulano y nos dejó en la casa.
- ¿Eso hizo Nuria? – Verónica preguntó sorprendida.
-Así es. Ya en los últimos meses ella me maltrataba mucho. En todo me corregía.
-No lo puedo creer – dijo Verónica muy molesta.
Por la tarde, Gonzalo vio que su mamá no pudo colocar los cubiertos correctamente.
-Mamá. Te equivocaste, pones dos cuchillos juntos.
-No. Yo lo hice bien.
-Fíjate bien. Son dos cuchillos.
-Ay, es que ando toda loca.
-No, mamá. Debes pones más atención. Necesitas ayuda.
-No. Yo no necesito nada. Yo puedo sola.
Esa misma semana, una vecina comenzó a oler a quemado en el departamento de Gonzalo. Tocó la puerta y abrió Julieta. La vecina entró y se dio cuenta que el comal en el que calienta las tortillas llevaba horas al fuego. Y Julieta no se había dado cuenta.
Por la tarde, la vecina habló con Gonzalo. Le dijo que debe tener más cuidado con su mamá. Sentía culpa por todo lo que estaba pasando. Su mamá lo tenía atado de pies y manos con sus chantajes. Julieta se quejaba de sus males, pero no aceptaba ayuda.

Continuará….

Texto agregado el 03-09-2022, y leído por 40 visitantes. (0 votos)


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