Él se enamoró a primera vista
pero nunca la amó.

A ella,
él la pilló volando bajo.

Sus andares sufrieron una colisión inminente.

Él se arrojó desde otro hemisferio
con la cabeza primero,
y ella…
Ella estaba allí desde mucho antes.

No importa como digan que se conocieron,
ya que finalmente terminaron odiándose.

Ella a él,
porque él le arrebató hasta lo más querido.

Él, porque ella se convirtió en una piedra en su zapato.


A través de los siglos,
sus destinos fueron entrelazados por el tiempo.

Ella demandaba justicia
invocando a los espíritus de los 4 vientos.

Él le vendió el alma al dios del norte
para castigarla con humo y sequía.

Ella unió las voces que le cantaban al cauce del río
y juntas definieron su lucha y su camino.

Quienes lo seguían a él,
se debatían entre si ella merecía
una devastadora muestra de poder
o una sutil cancelación histórica.

Como quiera que fuese, él se sentía victorioso.
Dioses del Este y el Oeste lo acompañaban.

Pero ella ya no le temía a nada.

En su vientre se gestaba un nuevo amanecer
que haría renacer una antigua esperanza.

Alguien de la vereda de enfrente
le sugirió que se olvidara de él y
ojalá, de todo el asunto.


Fiel a su naturaleza, ella preguntó sincera:
"¿Cuál es el legado de una tierra sin memoria?"