El propósito de vivir.
Joaquín se levantaba cada mañana malhumorado, triste, sin deseos de vivir y sólo tenía una pregunta en sus labios ¿Cuál es el propósito de mi vida?
Está de más decir que era un hombre demasiado pesimista, esos de los que ven el vaso medio vacío en lugar de pensar que está medio lleno, su vida no le satisfacía en absoluto. Debido a su manera de ser no tenía ni amigos ni familia que lo buscara y ni siquiera novia, pero nada de esto parecía importarle, se escudaba en sí mismo pensando que esa vida desgraciada era lo que le había tocado en el reparto, pero a medida que fueron pasando los años, Joaquín comenzó a sentir el paso de la vida y cada día se sentía más solo.
Un día en el que la bebida ya no era suficiente para no sentirse tan solo, decidió que era hora de marcharse, ya no sentía deseos de seguir con su vida.
Y otra vez volvió a su mente la misma pregunta, ¿Cuál es el propósito de mi vida? Y como siempre no obtenía respuesta y ya cansado salió a la calle en busca de algo que lo hiciera morir, pero eso no era fácil pensaba que era un hombre con cierta posición social y al que no le faltaba nada, pero…
Le vino a la mente pagar a un sicario, había leído por alguna parte que existía personas que así se ganaban la vida, pero él no conocía ninguna y si ponía un aviso en algún lado quizá creyeran que estaba loco y por supuesto nadie contestaría esa clase de anuncios, la muerte se le estaba complicando cada vez más, no tenía ni idea de que morir no era fácil tampoco.
Ese domingo volvió a su casa más deprimido que nunca. El apartamento como siempre estaba vacío, nadie lo esperaba y la única persona que lo visitaba era la empleada para limpiar y cocinar, pero como tenía llave, casi nunca la veía, sólo sabía que era una mujer soltera de unos treinta y cinco años y que últimamente no trabajaba tanto como solía hacerlo, más de una vez notó que ni la comida que le dejaba era tan buena como antes.
Aunque ya nada le importaba, prefirió acostarse sin cenar y al día siguiente seguir buscando lo que le parecía era lo que debía hacer, la manera más fácil de quitarse su desgraciada vida.
Al día siguiente esperó a que fuera la hora en que su empleada venía para pagarle y darle algunos meses como pago extra ya que debería buscarse otro trabajo, pero esperó en vano, la mujer nunca apareció y eso le extrañó ya que en los años que trabajaba en su casa, jamás había faltado, entonces sonó el timbre, ahora si estaba más que extrañado, ella tenía llave así que no podía ser y al abrir la puerta su asombro fue mayor, un policía uniformado preguntaba por el señor Joaquín Pena.
Joaquín le dijo que era él y le preguntó el motivo de su presencia a lo que el policía le dijo que venía a entregarle una carta.
Esto le extrañó mucho más ya que no tenía ni idea de que los policías entregaran cartas a domicilio.
Recibió la carta y al ver que el policía no se iba, lo mandó pasar.
El hombre le dijo que debería leer la carta e ir con él, eso le habían dicho sus superiores.
Cada vez entendía menos y ante la insistencia del policía, Joaquín abrió la carta que decía lo siguiente…
Señor Joaquín, en estos momentos estoy internada, está por nacer mi hijo, supongo que, ya que no nos vemos nunca y usted me manda el dinero al banco, no debe saber que estoy esperando un hijo y como usted es la única persona que puede ayudarme, le suplico que venga al hospital, no tengo a nadie más a quién recurrir por ayuda, por favor, mi hijo lo necesita, su padre al saber que iba a nacer se fue, dejándome sola. Sé que de alguna manera podré pagarle este favor, muchas gracias. Matilde.
Esto no se lo esperaba y de inmediato salió junto al policía hacia el hospital público, allí se encontró con un nuevo panorama, Matilde había fallecido al dar a luz y un hermoso bebé quedaba huérfano sin siquiera conocer a su madre ni a su padre.
Esta vez, Joaquín sin siquiera imaginarlo, entendió el mensaje, había encontrado la respuesta a su pregunta diaria, ya no pensaría en la muerte, Matilde le había dejado sin querer, un propósito para seguir viviendo.
Omenia
22/8/2022
|