...el hombre de 27 años, jamás había salido de su país y menos en plan vacacional. Y he ahí en esa isla paradisiaca, le había costado varios años juntar el dinero para viajar a Martinica, isla perteneciente a Francia, estaba muy nervioso, había aprendido lo que más pudo de francés aunque el español , su lengua natal, también le servía de mucho. Había tomado un vuelo desde Santiago de Chile ( su país) con pocas escalas y por fin estaba donde quería, estaría 20 días en la isla. Ya instalado en el hostal y con un calor que se podía cortar, miró a su alrededor y se puso muy contento. Era soltero, en su país se desempeñaba como un operario de una industria de guantes de seguridad. Estaba encantado por que iba a poder cumplir sus sueños; de bucear, tomar algún coctel exótico, comer frutos del mar, vivir al máximo las caminatas por la playa, la vegetación espectacular de la isla. Era algo muy tímido, mas durante 3 años comenzó a juntar el dinero y aprender francés...estaba fascinado por el solo hecho de estar ahí, no tenía más pretensiones. Al tercer día estaba almorzando un plato exquisito especialidad de la caleta , acompañado de un vino blanco, cuando a su lado se sentó una mujer que por lo menos lo pasaba por unos diez centímetros de estatura, atlética, piel morena y su sorpresa fue mayor al ver que portaba una pistola al cinto y un brazalete que se dejaba leer "police", ella amablemente saludó en francés , inglés y español para ver en cual respondía. A lo cual el hombre respondió por reflejo. en español, comenzaron a platicar, ella , una mujer de ensueño, muy simpática, él le contó todo sin guardar nada, ella volvió al trabajo no sin antes quedar en una cita para esa tarde noche a bailar y comer y pasarlo divino. Él se estaba enamorando de la isla más y más, no se había esperado ni en sueños todo lo que estaba pasando. Pasó esa noche muy hermosa y las restantes las pasaba junto a la policía que había nacido ahí y que era una mujer muy transparente, sencilla, sin dobleces.
Llegó el momento de regresar no sin antes comprometerse a hacer todo lo posible por volver, eso prometió a la mujer que con una sonrisa hecha de perlas, se despidió con un abrazo y un cariñoso beso en los labios.
Una vez de regreso en su país comenzó a finiquitar todo con cierta calma para poder ver la posibilidad de radicarse en esa isla de sus sueños y ahora de su amor.
Esta historia es tan sencilla , tan simple, sin ataduras, que ni siquiera da para florituras y embellecimientos literarios, es algo que pasó y ya.
Fin

post scriptum en la radio sonaba " corazón granadina" de Laurent Voulzy