La caja del mal.

Hace muchos millones de años, cuando la humanidad recién estaba comenzando a poblar la Tierra, ciento de seres alados con cuerpo humano y alas de pájaro, cubrieron el cielo por completo haciendo que el día pareciera noche.
Estos extraños seres portaban bajo sus alas, algunos de ellos piedras preciosas, esas piedras eran las gemas más hermosas que jamás ser humano haya visto jamás.
Pero lo que nadie sabía era qué hacían esos extraños seres en la Tierra, ese era un secreto muy bien guardado por ellos y ya que por aquel entonces el ser humano aún no había desarrollado por completo, su inteligencia, nadie prestó atención a lo que estaba sucediendo.
Esos hermosos seres portaban bajo sus alas, todos los males del mundo dentro de cada una de esas piedras. El trabajo que les habían designado era la protección de la humanidad, aunque ellos, los seres humanos, lo ignoraran.
Cada piedra debía ser colocada en una caja y guardada en algún lugar donde ningún ser humano la pudiera encontrar y abrir.
Pero, aunque pasaron muchísimos años, cierto día, un niño que caminaba sin rumbo, vio algo que le llamó la atención, entre las raíces de un enorme árbol asomaba una caja negra, el niño con mucho esfuerzo, pues estaba muy bien arraigada a esas raíces, desprendió la caja de ellas y pudo observar lo hermosa que era, aunque parecía imposible de abrir.
El niño la llevó a su casa con la intención de mostrársela a sus padres quienes al verla de inmediato comenzaron a imaginar el costo de la misma.
Como era de suponer el niño no quería que su tesoro fuera vendido, pero la codicia de sus padres era más fuerte y de inmediato trataron de abrirla, pero parecía estar cerrada herméticamente y fue imposible hacerlo.
Los padres del muchacho la llevaron a una casa de antigüedades donde el dueño al verla y sentir la suavidad de la hermosa caja, que no era más que una piedra negra tallada de tal manera que se asemejaba a una caja, supo de inmediato que su valor sería incalculable y les ofreció una generosa suma de dinero a los padres que de inmediato lo aceptaron, dejando a su hijo en la más profunda tristeza.
Al irse todos, el propietario cerró su comercio y se dedicó a la tarea de abrir la caja ya que su contenido debía ser mucho más valioso que la caja misma.
Horas pasaron y la caja aún no se abría, el hombre, cansado del intento, la llevó a su casa y comprobó que era, la caja misma, una gema, un Onix negro tan hermosamente tallado que no podía distinguirse nada que indicara cómo debía abrirse porque el inteligente hombre estaba seguro de que esa caja se abría de alguna manera.
Muchos años pasaron y la caja jamás se abrió.
El propietario decidió que no la vendería porque sabía que algún secreto guardaba y que algún día lo descubriría.
Y así fueron pasando los años y la caja seguía en poder del comerciante que la había colocado en una vitrina de cristal especialmente hecha para ella para mostrársela a sus amigos y el sólo observar sus rostros al verla la hacía más codiciada y eso le agradaba, si no podía abrirla por lo menos tendría la satisfacción de saber que tenía en su poder el mayor de los tesoros.
Con el tiempo, aquél niño, el que encontró la caja y cuyos padres la vendieron, se transformó en un famoso médico, aunque a pesar de tener un excelente porvenir con su carrera, jamás la pudo olvidar.
Un día dando clases en la facultad, una joven muy bonita entró a su clase de anatomía y desde ese momento, el muchacho convertido en hombre, se enamoró perdidamente de ella.
La joven estaba a punto de recibirse de médica y era tan inteligente que de inmediato se relacionaron, comenzaron a salir juntos y a pesar de ser su profesor y olvidarse de que no estaba bien visto que un profesor saliera con una alumna, estaban tan enamorados que lo pasaron por alto y ella lo llevó a su casa a conocer a sus padres.
El profesor fue muy bien recibido por los padres de la muchacha y pronto comenzó a visitarla como novio oficial.
Cierto día fue invitado a cenar y por primera vez el hombre pasó al escritorio del padre de su novia y al entrar, por poco pierde el conocimiento, en una hermosa caja de cristal en una de las paredes estaba lo que siempre quiso volver a encontrar, su hermosa piedra, aquella que sus padres vendieron, aquello parecía increíble, volver a verla era algo que no podía ni en mil años imaginarse, ahora recordaba el rostro del comerciante, el comprador de la piedra y no sabía cómo reaccionar.
Por el momento no dijo nada y después de la cena donde no se nombró para nada aquella hermosa piedra, al retirarse le pidió a su novia que se encontraran al día siguiente en un bar cercano a lo que ella dijo que no faltaría a la cita.
Al día siguiente, un domingo en el que nada tenían que hacer, se reunieron los dos.
La muchacha estaba un poco extrañada del comportamiento del novio, pero nada dijo hasta que él decidió que tenía que contarle todo lo que había pasado respecto a aquella piedra.
La joven no sabía qué pensar, aquella era una historia muy triste y su padre era uno de los protagonistas.
En común acuerdo, sabiendo que sus padres los domingos solían viajar hacia el campo, decidieron ir a ver otra vez la bendita piedra.
La chica sabía la clave para abrir la caja de cristal y lo hicieron, de pronto, al sólo roce de los frágiles dedos de ella la caja se abrió y la sorpresa fue total, dentro de ella se encontraban las gemas más hermosas que nadie haya visto jamás, todas ellas eran diferentes, y cada una de ellas tenía un color intenso, roja, verde, violeta, blanca, negra, amarilla etc…
Era tal la hermosura de esas piedras que ninguno se animaba a tocarlas, pero algo tenían grabado cada una, la roja decía, sangre, la amarilla, hambruna, la negra, muerte, y así cada una de ellas significaba algo diferente y notaron que ninguna tenía grabado algo que fuera bueno, en realidad parecía que aquellas piedras guardaban todo lo malo del mundo.
El hombre tomó la caja en sus manos y debajo de las piedras encontró al escrito que llamó aún más su atención, como escrito a fuego aparecieron unas letras que decía simplemente, No Tocar.
Más abajo explicaba lo escrito que eran los males del mundo y que para seguridad esa caja tendría que desaparecer y encargaba al que la tuviera que se deshiciera de ella en algún lugar donde ningún ser humano la volviera a abrir.
La inteligencia de los muchachos no necesitó mucho para darse cuenta de que estaban en poder de algo maligno y en común acuerdo se lo llevaron muy lejos, el océano, sería el lugar indicado para que nadie la pudiera volver a abrir y así alejar los males tanto como fuera posible.
Un barco los llevó muy lejos, lo más alejado de la civilización y allí sin ser vistos por nadie, arrojaron aquella piedra para olvidarse por completo de la tentación de tenerla.
Al padre de la joven le dijeron que habían entrado ladrones y que se la habían llevado y por más que lo intentó, jamás nadie pudo dar con los ladrones.
Y como todo cambia en esta tierra, hasta el océano lo hizo y de tanto girar dentro del mundo, fue pasando sus aguas a otros ríos dejándolo con escasa profundidad hasta que muy pronto hasta el más osado de los hombres quiso bucear en él.
Aún no se ha encontrado nada fuera de lo normal, pero… quizá algún día… pero, pensemos lo mejor, el mal está, estuvo y estará siempre con nosotros, aunque, mientras lo tengamos encerrado….
Omenia
9/8/2022