Pasa, todo pasa, pero escribo estas líneas con las letras todas chuecas, porque así de chuecos tengo los pensamientos. Hoy les doy salida gracias a esta bendita mano, bendita extremidad que hace de hilo conector entre las emociones y las palabras, del corazón a la hoja, de la mente a la pluma.
Es, a veces, tan dramático sentir, sentir mucho, tanto, demasiado, todo aumentativo y mientras yo, en diminutivo. Comer manzana, partir peras, forzando un enfoque en todo pa’ no orientarme mal y salir como bala perdida impactándome en ti, y hablando de armas ¿Qué te asustara más, el sonido, el balazo o el retroceso? Parece que no, pero esta para pensarle.
Y sigo, ahora… barro la casa, lavo los trastes, lo que sea para limpiar los pensamientos intrusivos, me convierto en lluvia y lluevo, no agua sino prosas o de vez en cuando me saco un verso, y así, depuro un poco para permanecer por fin un momento inerte. Quizás después de tanto movimiento no me haya quedado el pelo tan liso pero mi cintura y ojos quedaron casi casi intactos, o al menos lo que no, ya va cicatrizando.
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