CONSEJO MATRIMONIAL
Les platico que soy un joven de 30 años, rico de abolengo, sin necesidad de entrarle al vulgar trabajo, dicen que soy bien parecido (claro quién lo dice es mi mamá).
Hace 5 años, me enamoré de una chica deportista (taekwondo), de buen ver, tal como me gustan: llenita y nos matrimoniamos.
La dulce mujercita con la que me desposé se ha convertido en un verdadero basilisco, ruin, malvada, mandona y todo lo que se pueden imaginar. Ya estoy harto. Recurrí a mi tío Casper, solterón, riquísimo y guía de mi familia, para que me aconsejara que hacer.
—Ya ves pendejo porque no me he casado, lo que nunca falla en estos casos es que le des una soberana madriza para que se le quiten las mañas —dijo el tío.
—¡Ay, tío! Ella es experta en artes marciales y además más fuerte que yo, así que con facilidad me “rompe la madre”.
—¡Está cabròn! —exclamó el tío—, en este caso no te queda más que desaparecer e irte a Tombuctú, donde no te pueda encontrar para bien de tu físico y de tu alma.
Perdonen, ¿saben donde diablos queda Tombuctú?
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