En la huida del ocaso,
atardece en cerros,
también en la ciudad.
En la huida del ocaso,
Me levanté a cerrar mi gris ventana,
A llorar infernales presagios en mi envueltos.

En la huida del ocaso,
La muerte entabló conversaciones.
En la huida del ocaso,
tras la cortina de un cinismo yo contemplo,
en la huida del ocaso,
todos corren al sonar triángulo y campanas.
Un crepúsculo violeta y desigual existe.

En la huida del ocaso, justo cuando se estaba abriendo paso para irse, (la multitud es agobiante y demasiada).
Suenas los relojes, cuando el plomo reacciona,
en la huida del ocaso.
Los punteros se detienen, en la huida del ocaso.
Una raya perturba el silencio de mi mar.

En la huida del ocaso,
los huevos se quemaron en la mente.
Una mancha negra tapa el cielo.

Un niño pedía poder comer, en la huida del ocaso.
El tren pitó en la última estación.

En la huida del ocaso,
Concluyó la conferencia de la vida.
Todos vimos a través de las entrañas.
Los cristales se empañaron, en la huida del ocaso.
El enfermo exhaló el último suspiro.
En la huida del ocaso,
un ciclón proyectó sombras infelices.

En la huida del ocaso, justo cuando este se iba,
alguien lo tomó de la camiseta.
El día avanza, la tarde muere, es la huida del ocaso, del que huye.
Todos vimos jugando a la locura.
Ya no espera, no es capaz de más,
en la huida del ocaso, colapsó el mundo de su necedad].
Así anocheció en nuestros jarines, en la huida del ocaso oscureciendo.


El Coronel.