Entre todos los fieles había uno que tenía pinta de loco. Solo a él se le pudo ocurrir ir a la eucaristia con camisilla, pantalontea y unos zapatos tenis rotos. Olía mal, los fieles se hicieron a un lado. A pesar que no había bancas vacías prefirieron escuchar la misa de pie. El padre Rodrigo exhortaba en el sermón a los fieles al arrepentimeinto y a realizar obras sociales; al fin de cuentas valen más que las oraciones.
Todo transcurría en calma, de repente el loco se dirigió hacia donde estaba el padre, al llegar al altar le dijo:
-Padrecito, he venido a robarme la biblia.
El padre lo miró con asombro, luego le replicó:
-Voy a rezar cien oraciones para que Dios te perdone.
El loco de inmediato le contestó:
-No necesito oraciones sino dinero.
Ante esa respuesta el padre le replicó:
-Si necesitas dinero ve a trabajar, no eres inválido.
El loco se enfurecío y sin pensarlo dos veces le pegó una palmada al padre en pleno rostro. El padre de inmediato sacó un derechazo a la mandibula y lo mandó a la lona. El padre Rodrigo había sido boxeador en su juventud. El loco jamás se imaginó que el padre lo noquearía de un jab de derecha. Al despertar dijo:
-Esto le va a salir caro.
El padre de un izquierdazo lo volvió a noquear. Al despertar el loco le dijo al padre:
-gracias padrecito por hacerme ver estrellas. - Sé dio cuenta que fueron mejor los golpes que las oraciones.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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