Dejó de maquillarse, con gran dolor se dio cuenta que ya no la miraban como antes. Cada día perdía un admirador. Al paso del tiempo perdió todos sus admiradores. Ya nadie la deseaba como antes. Era tan fácil agarrar el pintalabios, la pestañina y la base. Ella prefirió mostrárse al natural y, eso no le gustó a nadie. Un día se miró en el espejo, este no la reconoció. Al verla se nubló. Ella agradeció a Dios, pues no tenía a quien agradecer.
Todos la abandonaron. Desde ese día anda con el alma iluminada, con luz en los ojos. Todos aquellos que la conocieron quedaron ciegos