LA BATALLA

Presiento que el final ya está cerca, aunque se nota una gran tensión en el aire, que casi podría cortarse con un cuchillo. He perdido la noción del tiempo y ya no sé cuantas horas dura esta batalla, con grandes bajas por ambas partes.
Al principio todo han sido cortos movimientos, para estudiarse los dos bandos la forma en que comenzar lo más agresivo del combate. Ha sido como jugar un poco al ratón y el gato, sin apenas contacto entre los componentes de las tropas.

Lo más curioso del caso es que lo único que se quiere conseguir es la gloria del estratega vencedor, que debe saber utilizar su astucia e inteligencia para causar la mayor cantidad de bajas posible al contrario, a fin de garantizarse la victoria.

Mis tropas han sido las primeras en iniciar un ataque serio, atacando como una cuña, intentando romper las filas enemigas, y al principio parecía que se hubiera roto su frente, pero, para sorpresa mía y de nuestro estratega han sabido desplegarse en un movimiento envolvente, del que a duras penas hemos podido escapar, intentando al mismo tiempo atacar sus flancos, con gran cantidad de bajas por ambos lados.

Hemos abatido muchos elementos de la tropa enemiga, pero ha sido a costa de perder muchos efectivos por nuestra parte. Yo mismo he estado a punto de caer en diversos momentos de esta batalla, y ha sido gracias a la valentía y sacrificio de mis fieles que me rodeaban.
Entre quienes han caído se cuenta mi valiente esposa, que tras un valeroso comportamiento ha sido abatida, en un descuido inexplicable, por un simple soldado enemigo, de negra armadura.

Veo preocupado cómo cada vez van quedando menos combatientes, tanto de un bando como del otro, al tiempo que los respectivos estrategas van apurando sus posibilidades, teniendo en cuenta la poca tropa útil de la que disponer.
Comienza una persecución mútua, en la que no se ve posibilidad cierta de victoria por parte de ninguno de los bandos, y el cansancio empieza a hacer mella, provocando a veces absurdas maniobras, a consecuencia de la concentración que empieza a fallar.

De nuevo se siente una tensión inmensa en el ambiente, hasta que en un momento dado se oye la voz de uno de los estrategas que, con voz firme dice:”Ofrezco tablas”.
El estratega contrario contesta decidido: “Acepto”
Y una intensa salva de aplausos suena en la sala.
Todo ha terminado.
Mañana habrá otra sesión de este campeonato de ajedrez.