Por el miedo al covid la productividad laboral no está al servicio de los trabajadores, sino al del miedo irracional

Contexto mexicano (problemática).
La Encuesta nacional de Ocupación y Empleo reveló que en México desaparecieron 518,079 plazas en el quinto mes del año, lo que interrumpe un crecimiento continuo de tres meses de saldos positivos. El 59% de esta contracción –reportada por el INEGI–, se dio en actividades agrícolas, pesqueras y ganaderas; esto a pesar de que México debería intensificar este sector, ante la crisis alimentaria mundial que se avecina como resultado de la guerra en Ucrania. En 2021 la Federación de Rusia fue el principal exportador mundial de fertilizantes nitrogenados y el segundo proveedor de fertilizantes potásicos y fosforados; Ucrania, por su parte, ha parado la importante producción del llamado “Granero del Europa”.
Las pequeñas y medianas empresas (pymes) representan el 98% de las unidades económicas en el país; aportan más del 50% del PIB nacional y han sido las más afectadas por la pandemia. De las cuatro millones de pymes existentes en 2018, más de un millón ha cerrado, permanentemente, debido a la cuarentena.

Desarrollo
El complicado contexto nacional y mundial exige que la gestión empresarial enfrente, audazmente, el dilema existente entre la protección contra el covid y la urgente recuperación económica; dicho en palabras de sabiduría popular: “que no sea peor el remedio que la enfermedad”.
Los planes de control epidémico deben considerar todos los costos y beneficios. Si bien el trabajo en casa es una estrategia eficiente para evitar contagios y reducir costos en insumos de oficina, también tiene puntos en contra. Según la Escuela de Negocios de Harvard, quienes laboran de forma presencial tienen un 23 ó 40 por ciento más de productividad que aquéllos que trabajan en línea.
La productividad laboral se define como el resultado o valor agregado dividido por la cantidad de trabajo realizado para generar dicho resultado. Cuando el denominador es mayor al numerador (producción laboral entre puestos de trabajo y condiciones) la productividad laboral decrece.
El caso que aqueja a la economía post pandemia es que el denominador es menor –menos plazas laborales, peores salarios y menos gastos operativos– y que la productividad laboral ha aumentado. Esto explica el curioso diagnóstico que tanto la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) han informado: muchos países han recuperado el producto interno bruto anterior a la crisis, pero la cantidad de puestos de trabajo aún están muy por debajo. ¿Cómo pueden haberse recuperado los mismos resultados económicos con menos empleos y en peores condiciones? Lo que ha pasado es que, por la pandemia, las empresas estuvieron más dispuestas al sacrificio y los trabajadores fueron peor remunerados (el denominador disminuyó), por lo tanto, la productividad laboral mundial aumentó en 2020 más del doble del valor promedio a largo plazo.

Conclusión.
Es momento de ponerle freno al círculo vicioso provocado por el miedo al covid. Ciertamente, debemos cuidarnos, pues hay un repunte de contagios, pero también hay que considerar que la vacunación ha logrado bajar los índices de mortalidad y de casos de entubados drásticamente.
Padecemos condiciones preocupantes por la nueva ola de contagios, pero las empresas y sus empleados no deben mantenerse en estado de sacrificio constante por miedo. La productividad laboral debe estar al servicio de los trabajadores y esto no está pasando porque, muchas veces, la gestión ya es peor que la enfermedad.
Un consejo para abordar el gran dilema que genera la tensión entre el covid y la productividad lo dijo hace 428 años el escritor Alonso de Ercilla y Zúñiga: "El miedo es natural en el prudente, y el saberlo vencer es ser valiente". Nuestro país vive una situación crítica que requiere de estrategias en las que la prudencia no debe estar peleada con la valentía.