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EL AMOR DE ALBERTO CAPITULO II

Carolina estaba en su habitación, se sentía encantada en la casa de Alberto, y se preguntaba, que hubiese sido de ella sino hubiese encontrado aquel hombre bondadoso, respetuoso y amable. Estaba metida en sus pensamientos cuando oyó un toquecito en la habitación,
¡Carolina! ¿puedo pasar? Le preguntaba Alberto. Si pasa, qué se te ofrece. Acabo de recibir una invitación de Paris para exhibir mis obras y pienso llevarme la que te hice en la Catarata que es muy importante para mí. Carolina se sonrojó nunca pensó
que esa obra fuese tan importante para él.

Carolina viajó con Alberto a Paris. Llegaron a un lujoso hotel donde él pidió habitaciones separadas.

Al siguiente día, Alberto llevó a Carolina a los lugares pintorescos de Francia, la llevó a comer a un Restaurant ya conocido por él. Pidieron los platos típicos que le sugirieron en el Restaurant, disfrutando así de las exquisiteces de estos.

El día que Alberto fue a llevar sus obras a la Galería, Carolina se quedó en el Hotel.
Pasadas las horas regresó Alberto a ducharse y cambiarse para la presentación de su obra. Carolina ya había ido al salón de belleza del Hotel.
Cuando Alberto pasó a buscarla por su habitación ya Carolina estaba lista, dejando Alberto sorprendido ante tanta belleza, vestía elegantemente, luciendo un traje color fucsia, su estilizado cuello lucia una gargantilla de diamante heredada de su madre.
Carolina llegó a la Galaría del brazo de Alberto, se veía extremadamente hermosa.

A la hora de la premiación, la ganadora fue la de Alberto, como la mejor Obra de Arte del momento, donde estaba plasmada la Catarata y la hermosa imagen de Carolina.

La obra era tan hermosa, que el espectador quedaba extasiado en ella. Los franceses asociaban a Carolina con la imagen de la Obra de Arte, y admiraban esa hermosa imagen viva y de carne y hueso.
Carolina estaba turbada con tantas miradas hacia ella, era como la atracción de aquella Galería.

Al terminar la exposición, Alberto tomó del brazo a Carolina y salieron a festejar a un Antro muy famoso de Paris, Cuando Carolina entró la deslumbraron las luces, nunca había ido a un lugar como ese. Alberto se dio cuenta y le preguntó ¿Carolina te sientes cómoda? Si, algo extrañada, pero estoy feliz, esto es nuevo para mí.
El la invito a bailar y la iba conduciendo, no sabía bailar. Al terminar de bailar, ya algo cansados, se sentaron y Alberto pidió una bebida dulce para Carolina y un buen escoces para él. ¡Oh, Alberto, me has hecho muy feliz! Alberto le respondió dándole un beso en la mejilla y rodó sus labios hasta rosarlos con los de ella. Ella se sonrojó, pero su corazón rebosaba de amor por él.

Salieron del Antro a altas horas de la noche. Al llegar al Hotel Carolina estaba exhausta, abrazó a Alberto, le dio un beso en la mejilla dándole las gracias y diciéndole hasta mañana.
Carolina entró a su habitación y pensaba en los miles emociones que había sentido ese día. Se puso su ropa de dormir y se quedó dormida.

A tempranas horas de la mañana Alberto llamó a Carolina, tenían que regresar a casa.

Pasado un intervalo de tiempo, ya en la casa, Carolina estaba feliz, le había encantado Francia y se lo comentó a Alberto. Él se alegraba de que ella estuviese contenta, él se había dado cuenta que la compañía de Carolina lo había hecho cambiar su estado de ánimo y lo había inspirado a retomar de nuevo la pintura.

Pasados los días, Alberto tuvo que pasar a comprar algunos materiales de pintura. Carolina se quedó sola en la casa, se sentía melancólica, pensaba en su padre, y en un momento de reflexión de haberlo dejado solo, tomó el teléfono y lo llamó. Del otro lado se oía la voz de su padre, que decía: -alô, alô - ¿Carolina eres tú? Si, soy yo padre, decía ella con voz apenada –Carolina, hija - ¿Dónde estás?, Ven pronto antes de que sea demasiado tarde, te necesito. La voz de su padre se oía quebrantada, como con tristeza y dolor. Si padre, voy a tu encuentro. Le decía Carolina, espérame, en unas horas tomo el vuelo y estoy contigo.
Carolina le dejo una nota a Alberto, donde le decía: Tuve que viajar de urgencia, mi padre me necesita, al llegar a casa te llamó y te cuento.
Te quiero mucho,
Carolina

Cuando Carolina llegó a la casa de su padre lo encontró postrado en cama, cuando la vio, gruesas lágrimas se asomaron a sus ojos al que ella se apresuró a enjugar. -Hija, hija- acércate, creo que viniste para despedirme y que te pidiera perdón. Padre, no hables, te ves cansado, decía ella pasándole la mano por la cabeza y sus labios reposaron sobre su frente, Él con voz entrecortada – le dijo – tu madre no me hubiese perdonado nunca si hubiese visto la forma tan fría como te trataba. Carolina estaba enternecida oyendo a su padre, sus manos le temblaban, veía la tristeza reflejada en sus ojos y sentía el dolor que él estaba sintiendo en ese momento, ella lo amaba y sufría viéndolo en ese estado.
-Carolina le dijo- padre, te perdono y justifico, sé que debes haber sufrido mucho por la muerte de mi madre y nunca te repusiste de ese dolor; y diciendo eso a su padre, este murió.

Carolina inmediatamente avisó a Alberto especificándole la dirección. Él viajó de inmediato, no quería dejar a Carolina sola en esos momentos de
tristeza y dolor. Cuando Alberto llegó Carolina estaba muy triste, una nube de dolor se le reflejaba en el rostro, tenía una acumulación de pena que no le cabía adentro. Al verlo lo abrazó y gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas, estaba inconsolable. Alberto estaba conmovido no hallaba como consolarla.

En el funeral había pocas personas. Don Suarez se había convertido en un hombre solitario desde el mismo momento que murió su esposa, se había alejado de sus amistades.

Pasados tres días Alberto tenía que regresar, Carolina quería quedarse en su casa, pero Alberto la convenció diciéndole -Carolina, regresa conmigo - tu padre no estará más y tú no puedes quédate sola. Carolina accedió al pedido de Alberto, ella lo amaba y viajaría con él, Alberto era su único apoyo y ella sabía que él también la amaba. Carolina pasó muchos días muy melancólica, tenía una acumulación de pena y dolor. Alberto trataba de animarla, pero ella no reaccionaba.

Pasado tres meses, Alberto invitó a Carlina a la Isla de la Tortuga, quería reanimarle el ánimo
-Carolina acepto- y le preguntó ¿cuándo viajaremos?
Mañana mismo, decía Alberto entusiasmado. Sé que te va a encantar, pienso realizar unos paisajes allí.

Al siguiente día viajaron a la Isla de la Tortuga, y la blanquísima arena de esa playa parecía cubierta de diminutas partículas de diamante.
Al atardecer los rayos del sol se fueron metiendo y en el cielo se formó una constelación sombría de chispas, la luna se veía hermosa.

Alberto tomó su lienzo y pinceles y pinto un fascinante paisaje. Carolina estaba encantada exclamando ¡Alberto! “ese paisaje es todo un espectáculo”, Alberto la tomó de la mano y le preguntó ¿Señorita, querría usted casarse conmigo? Carolina enmudeció, el aliento le faltaba al pecho, una gran emoción la embargaba y repentinamente lo abrazó y lo beso muchas veces n la mejilla, y le dijo -Si, si- me quiero casar contigo, su inocencia le inundaba el alma de alegría. Alberto le palpitaba el corazón que rebosaba de amor por ella.

Alberto con mucha delicadeza le dio su primer beso lleno de pasión a Carolina y ella le respondió. Hubo una explosión de amor entre sí, sellando su pacto de amor en aquella playa solitaria que nunca olvidarían.

Cuatro años después: ¡Albertico, Carola!, dejen los pinceles de papi allí…

F I N

Novela Rosa por:
Maite Katiuska Moreno
07-07-2022



Texto agregado el 07-07-2022, y leído por 308 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
08-07-2022 Al fin una historia que termina bien!! Encantadora, no se parece a las mías!!! Te mando un besote. ome
08-07-2022 Una hermosa historia con final feliz, a pesar de la muerte del padre de Carolina. La vida continúa. Me gustó mucho, Mayte. maparo55
07-07-2022 El final del cuento bien desarrollado, que bueno que ambos se apoyaron. Ella supo despertar en él, las ansias de volver a pintar maravillas de la mano de ella. Y ella se sobrepuso al dolor por todo el amor que Alberto le brindaba a raudales. spirits
07-07-2022 Trata la seriedad, cómo vas a finalizar la novela así, yo quería leer más. Qué hermoso final, como se sueña, como debe de ser un gran amor. Dos hijos y el drama se sobrelleva con resignación y comprensión. De un momento amargo a la felicidad y el perdón entre dos seres queridos. Un abrazo. azariel
 
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