Cuando una vida… no alcanza.
Millán Nº 2515
Hospital psiquiátrico Vilardebó.
Esta es mi nueva dirección desde hace algún tiempo.
Éste es un edificio viejo y grande con habitaciones grises en las cuales hay varias camas pero nada más, ni siquiera un espejo, esos están prohibidos según me han dicho, eso quiere decir que ya no me acuerdo ni de mi rostro y las comidas las debemos comer con cubiertos de plástico, según supe los enfermeros y los médicos tienen miedo de que los ataquemos o nos ataquemos a nosotros mismos si son de acero u otro material con filo.
No recuerdo cómo llegué aquí pero en mis ratos de lucidez sé que es aquí justamente donde debo estar.
La enfermera que me trae las pastillas, una de cada color, la roja debo tomarla en la mañana, la amarilla en la tarde y la blanca por las noches, me lo sé de memoria aunque a decir verdad, las he dejado de tomar, me cansé de estar durmiendo el día y la noche pero para que nadie se dé cuenta, las voy depositando en un agujerito que hice en el colchón y me hago el dormido, total nadie se da cuenta, aunque he visto que dicha enfermera me mira con cariño y hasta me ha traído hojas de papel y un lápiz para que escriba y no me aburra.
No recuerdo mucho de mi pasado pero sí sé que nunca fui adicto a las drogas como la mayoría de los que están aquí, muchachos jóvenes destruidos y sin posibilidad de rehabilitación, las drogas los fueron comiendo por dentro y han hecho de sus cerebros estallen.
No, lo mío es diferente, todo comenzó hace u nos años pero jamás fui tratado, ahora me doy cuenta del mal que me hicieron porque si lo hubieran tratado a tiempo, quizá estaría curado aunque no se…
Sé cuándo me va a dar uno de esos ataques, mi cuerpo comienza a temblar, transpiro mucho y me siento raro, con mucha furia en mi interior, eso lo sé porque el psiquiatra me lo ha dicho, porque en realidad no me acuerdo de nada, lo de la furia interior digo, los temblores sí que los recuerdo.
Me han hecho electro shocks pero no los recuerdo, en fin que creo que es lo mejor, si los recordara sabría del dolor ya que escucho a otros y oigo cómo gritan y me hace sentir muy mal.
Pero lo peor de no acordarme es que he hecho mucho mal a otros sin querer, eso no va con mi personalidad, jamás haría daño a nadie.
Lo he hablado con mi médico y me dice que puedo mejorar pero no puede asegurarme nada, creo que depende de mí y yo no me siento seguro de mi mismo.
Una vez oí que… una vida no alcanza y me he quedado pensando…
Si esta vida no me alcanza… trataré de comenzar la otra lo antes posible…
Los médicos al encontrar el cuerpo sin vida del paciente, no sabían cómo había muerto pero al hacer la autopsia, se enteraron, había tomado todas sus pastillas de una vez con el afán de , o mejorarse de golpe o de empezar una nueva vida, al revisar la cama lo supieron, el colchón tenía aún algunas pastillas que había guardado y pensaron… ¡Cuándo una vida no alcanza!
Omenia
Reeditado
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