Hacer ayunos es una de la forma más efectiva de bajar en nuestra vida carnal y aumentar en nuestra vida espiritual. Nuestro ser está compuesto de: espiritu, alma y cuerpo. Como observamos en el primer párrafo tenemos dos vidas: espiritual y carnal y el alma (que es nuestro verdadero yo) nos conduce hacia donde vamos a parar, tomando decisiones amparado de nuestro libre albedrío (el si y el no de nuestras decisiones).
El ayuno de nuestros delitos es algo simple: casi siempre sabemos en fallamos y cuáles son nuestras debilidades, entonces en vez de atenernos de alimentos vamos a atenernos de cometer adulterio por ejemplo (podría ser otra cosa) durante un tiempo determinado y recién entregado ese ayuno tomemos otro más largo y así sucesivamente hasta que podamos alabar a Dios con absoluta libertad. Porque entiendo que nuestros delitos frenan nuestra disposición de alabar al Señor.