Inicio / Cuenteros Locales / habitacion323 / Una caminata
De a poco, las cosas se van desdibujado. Caminando veo dos personas besándose en una plaza enrejada al mismo tiempo que una chica cruza de vereda y mis pasos lentos hacen que vaya detrás
Es su mochila es lo que enciende la curiosidad ante la cantidad de pins que lleva pegados como si esa mochila fuese una suerte de paleta de colores combinados conformando una pintura viva y perdida al
estar descolgada de la seguridad del clavo y su pared. Persiste la curiosidad que está dispuesta a llegar hasta el final en donde a modo de epitafio hay una tela cocida que alcanzo a leer: "no asumas mi género"
Un par de cuadras más y otra plaza en la que no hay nadie. Entro y me tiro y estiro sobre un banco con la necesidad de vaciar la cabeza y tirar lo que lo que sobra pero esos pensamientos intrusos que pasan sin golpear y se van como un delivery me dejan la percepción de como las distancias se ensachan y las fronteras se acercan entre la gente. Será por esa cierta paranoia de decir algo fuera de lugar. Paranoia que también me habita y la soledad avanza imperceptible como un río que va comiendo terreno.
Al rato el silencio se hace escuchar y cierto aburrimiento aparece, es entonces que elijo girar mis ojos hacia adentro y saber si aún existe esa parte mía que ve como una quimera perdurar en una relación hasta mi último aliento, constatar si aún sigue el acorazado junto a esa figura felina de estar preparado para ese día en que tengo la certeza que es inevitable no solo para mí, sino para casi todas: la ruptura.
Quizás sea producto de tanta gente rota que observo al pasar de las cuales, yo no soy la excepción.
Y ya cuando el sol empieza a hundirse me siento en cualquier bar y leo cosas varias
entre las cuáles, en un portal confiable me entero que en Suecia un señor de sesenta años se autopercibe como niño y los padres progres de su hija de diez años aceptan que este conocido vaya donde viven y tranquilos dejan que él y ella se encierren a jugar dado que el es también un niño a pesar de sus arrugas y su pelo blanco.
Entonces salgo a fumar un pucho mientras algo me dice, que, como en Dinamarca, algo huele mal. Es entonces que mí imaginación viaja hacia un futuro lejano en el cual,encuentro imaginando un
futuro lejano en el cual, los únicos vestigios que quedarán del amor serán vídeos pornográficos.
Al día siguiente, después de trabajar, vuelvo a la misma plaza renovando la intención de recostarme otra vez para no pensar en nada,
buscando en el cielo las cosas fijas:
el sol o lo celeste, sin embargo, no puedo evitar mirar las nubes y una emoción apretada en el pecho de que el mundo de hoy son iguales a ellas.
Nubes de paso en una tierra de paso atravesando el cielo como ovejas hacia ningún corral.
HB |
Texto agregado el 21-06-2022, y leído por 101
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