ESPERAR, CONTRA TODA ESPERANZA
“¡Ay de mí! Sin creencias en la vida,
veo en la tumba la puerta de la nada”.
Antonio Plaza
Es contradictorio el destino, yo que no quería la vida, aquí estoy con 82 años de existencia. Soy famoso entre la gente porque he trabajado hasta que el exceso de trabajo me ha vencido.
La recuerdo con dolor y nostalgia, éramos adolescentes destinados por nuestras familias a unir nuestras vidas. Hermosa cual flor de primavera, pero yo tenía que estudiar y hasta que tuviera un trabajo seguro formar nuestra familia.
Mientras, las hormonas traicionan los buenos deseos, ella salió embarazada, no sé quién fue el culpable. Por las buenas conciencias ella no debería ser madre soltera. En el aborto falleció. Lo supe después de su tránsito.
De niño mi madre me enseñó a rezar, la buena nueva del cielo endulza mi infancia, pero la juventud candente como el fuego vino luego, deje de creer, sin embargo, guardaba una esperanza humilde: encontrarme con ella. Tenía el consuelo de mi pistola. ¿Por qué la dejé irse sola? Por el rescoldo de mis tiernas oraciones de niño y miedo a perderla por una eternidad.
Viví en el olvido del trabajo y una existencia disipada, que ya no fue posible con los achaques. El tiempo lo único que hace es añadirnos años, escondí su dulce recuerdo, pero, ahora que se acerca el fin de la jornada, tengo temor que haya sido inútil la espera, es probable que venga el olvido cuando me sumerja en la nada. Sin embargo, me consuela esperar, contra toda esperanza.
|