Género: Suspenso
Palabras: bicicleta, enfrentados, bidón de agua
Cuento:
“BIDON DE AGUA ha desaparecido” decía el titulo del matutino. El subtitulo hablaba de una sospecha de secuestro pero que aun no se había realizado el llamado confirmatorio. María Bidón, casada con Pedro Agua, es una mujer aristocrática de unos 60 años y es la actual intendenta de La Calera en la provincia de Córdoba.
“Maria Bidón de Agua se encuentra desaparecida, se la ha visto por última vez andando en bicicleta a las 18 47 hs cerca del cruce de la avenida Néstor Kirchner y Eva Perón. La cámara ubicada en esa intersección así lo determinó. Luego, su imagen desapareció. Ella lleva desaparecida 48 hs y según fuentes policiales no hay ningún indicio de su paradero”. Así arrancaba la nota e hizo que me interesase y viaje hacia allá.
María salía todos los días con su BICICLETA. “Es una manera de relajar la mente, conectarse con la naturaleza y de paso ir recorriendo mi pueblo” había dicho la intendenta que hacía 7 años ejercía su función en una nota previa.
Al pueblo, junto conmigo, habían llegado periodistas de todas partes de Córdoba e incluso de Capital Federal para cubrir el caso. Sospechaban de algún ajuste de cuentas relacionado a su carrera política ya que ella se había ENFRENTADO a las mafias del Salamín. No era la única hipótesis y menos en un año electoral, también se hablaba de un caso de violencia de género por parte de su esposo.
Yo, después de haber recaudado información durante 72 hs posterior a mi llegada, me dirigí al diquecito, un pueblito muy cerca de acá, donde tenía que investigar una pista.
La hora señalada era las 23:00, el lugar, una fábrica abandonada cerca del rio Suquía.
La ruta estaba desierta y oscura, ni siquiera las luces de las estrellas ya que la noche estaba nublada. El camino, monótono y solitario. Muy oscuro. Solo se divisaba mi andar y alguna línea que marcaba la banquina de la ruta, media desteñida. Según mi GPS faltaban 25 km para llegar al lugar acordado. En el asiento del acompañante, mi Bersa 45.
Faltando 10 km para llegar a destino, luego de una curva y contracurva, diviso un auto que se acerca a toda velocidad. Se coloca a la par mía y me hace señas que me detenga. En el auto había 3 hombres y tenían cara de pocos amigos. Yo, estiro la mano y acerco a mi acompañante. Miro hacia mi izquierda y aprieto aun mas el acelerador. Sabía que me acercaba a una verdad, pero no me imagine que mi vida se ponía en peligro.
La noche era aun más oscura y ahí sentí el primer impacto, el auto palio con sus 3 ocupantes golpeo contra el paragolpe de mi auto. Aprete aún mas el acelerador, pero ellos hicieron lo mismo. La ruta 73 era testigo de una persecución, pero ni la policía estaba enterada. En mi caso, seguí preocupado de mantener el auto en la ruta y poder dejar atrás a mis perseguidores.
Otro golpe hizo que mantuviera mi mente en acción. Aferré las manos contra el volante, puse la versa en mi entrepierna y clave los frenos. El palio no tuvo reacción y choco de lleno contra mí. Ese golpe me dio unos segundos para acomodarme y apretar rápidamente el acelerador. Apague las luces del auto y unos metros más adelante, me aparte de la ruta. Un bosque frondoso hizo que esconderse sea más fácil.
Esperé unos minutos, el silencio y la noche hacia que la película fuera aun mas de terror. Solo el ruido del río que pasaba cerca de ahí y el viento que chocaba contra las ramas de los arboles hacia que el miedo se sintiera más fuerte. El palio, echando humo del capot, había pasado ruta abajo.
Vuelvo al auto y al querer arrancar, no arranca. Intente algunas veces más y nada. Sin levantar sospecha y resignado agarre la linterna de la guantera y empecé a caminar con destino al rio. Buscaba un cartel o algo que me dijera que tan lejos estaba del punto de encuentro, de esa fábrica abandonada.
A unos pocos minutos de mi partida, trastabillo con algo y caigo al piso. El dolor del golpe en mi pierna y un supuesto sangrado de mi tobillo, luego confirmado, hizo que prendiera la linterna para ver que había pasado. Cual era el objeto que había generado mi caída. Aun en el piso enfoqué la luz hacia mi izquierda y ahí la vi. La BICICLETA estaba a unos centímetros mío, tapada con ramas, camuflada para que no se viera. Era la misma que la intendenta usaba para sus paseos, la reconocí al instante. Mi pulso se empezó a agitar, la velocidad de mis latidos crecía, la transpiración se notaba aun con la escarcha que ya empezaba a sentirse y el dolor producido por los golpes de la persecución y de la bicicleta, quedaron en el olvido.
Levanto la linterna enfocando hacia un paredón que se divisaba a pocos metros, ENFRENTADO, hacia mí y veo “Fabrica el Águila” en letras góticas. Por fin la había encontrado. Me levanto raudamente y empiezo a caminar, con cuidado, pero voy hacia allá.
Luego de unos minutos de caminata y con mucho cuidado a lo que me podría encontrar, llego a un portón de madera, viejo cerrado con una manija de hierro. No había nadie. Giro lentamente el picaporte y para mi sorpresa, se abre. El silencio que había en el lugar era parecido a un cementerio, las telarañas notaban lo abandonado del lugar. Con una mano tome mi linterna y con la otra me aferre a mi compañera, la Bersa.
Al pasar varios cuartos contiguos, vi una luz a lo lejos y una silueta que se movía. Me acerco con cuidado, mis pasos son lentos pero firmes. Apago la linterna y sigo hacia ese cuarto. Al llegar al lugar donde debería estar la puerta, amplío la mirada y la veo.
BIDON DE AGUA estaba ahí.