ESTRATEGIA PARA LA VIDA
“El planeta Tierra es un milagro de los milagros en el Universo, y nosotros, los seres humanos, otro milagro dentro de ése, los únicos seres inteligentes. Ese don que tenemos, nuestra vida, que es un sólo instante para el Universo, todos los talentos que tenemos, debemos usarlo hasta el último momento”,
Svetozar Gligoric (1923-2012, GM Yugoeslavo de ajedrez)
Perdona tu destino sin importar el personaje ni el rol que te haya correspondido ser (peón, caballo, alfil, torre, dama o rey) y actúa siempre con coraje y valentía.
La vida (la partida) es siempre emocionante y tu misión en ella no es lo que hagas por ti o para ti sino lo que aportes en beneficio de tus seres queridos (abuelos, padre, madre, hermanos o esposo, esposa, hijos, nietos).
El fin ulterior de la vida es trascender sin importar los sacrificios que tengas que hacer.
Recuerda que obedeces a un creador y confía siempre en él. Sus decisiones (aunque de momento no las compartas o las entiendas) obedecen a una estrategia bien definida, seguida por tácticas oportunas, bien ejecutadas.
Cada acción (jugada) debe ser meditada y sopesada en bien del interés general y no particular.
La vida es una lucha constante y siempre existirá un enemigo a quien derrotar en cada batalla diaria que emprendas.
Hasta tú mismo debes luchar contra ti mismo si quieres superarte y ser mejor cada día. Esa lucha no es nada menor y —si se quiere— la más importante de tu vida.
Cada victoria y cada derrota sirven para aprender: son lecciones para la vida y te preparan para cada nuevo reto que debas emprender.
Nunca subestimes a tu rival. No hay enemigo pequeño. Gracias a tu rival es que puedes superarte. Sin él no habría retos ni luchas, ni batallas que conquistar.
Bendice a tus rivales antes de cada batalla y pide que ésta sea ruda, pues así podrás superarte día a día. Sé digno contendor de un buen rival, de uno que te exija ser mejor y que te obligue a dar la vida con honor.
El blanco y el negro, como en las teclas de un piano (armónicamente dispuestos) se necesitan uno junto al otro para crear una melodía. La coexistencia es necesaria. La luz engendra la sombra. El día descansa en la noche. El bien lucha contra el mal, y al final, la vida y la muerte se miran como hermanas, ya que son parte de una misma unidad llamada existencia, llamada universo.
El mundo mismo es un gran tablero de ajedrez sobre el cual se juegan —desde el origen de los tiempos— infinitas partidas: Reinos contra reinos, países contra países, gobiernos contra gobiernos, personas contra personas, sistemas contra sistemas, ideologías contra ideologías, religiones contra religiones, leyes contra leyes, espíritus contra espíritus y, en fin, almas contra almas.
¿A qué has venido a este mundo? ¿Cuál bando es el tuyo? ¿A qué ejército perteneces? ¿Cuál es tu papel? ¿Cuál es tu misión?
La respuesta puede ser una y pueden ser muchas porque todos los días te las debes plantear. El que no se cuestiona, no se supera. El conformista, el que evade la lucha personal no debe ni puede entrar en batalla, no está preparado. Es un deber y una responsabilidad personal el prepararse para luchar por un bien colectivo, pues vives en sociedad.
Ningún acto queda impune. Una mala jugada causa estragos que pueden (muchas de las veces) no ser subsanados oportunamente, conllevando a la derrota de todo un ejército. Recuerda siempre que hay codependencia y que toda causa tiene su efecto. No somos un grano de arena, somos el desierto mismo. No somos una gota de agua, somos el mar en sí mismos. No somos un individuo entre millones y millones, somos la totalidad de la raza humana y la humanidad necesita con urgencia de personas que piensen en el bien común y colectivo, antes que en el personal.
Los individuos conforman familias, las familias, sociedades; las sociedades, países y estados; los países, regiones; las regiones, continentes; los continentes, el planeta tierra; los planetas, galaxias; las galaxias, el cosmos, el universo entero.
Todos somos uno y todos estamos conectados a un mismo destino: la supervivencia y la bien anhelada y espera eternidad.
Nota del autor:
¿A qué vinimos a este mundo y qué vamos a hacer para dejarlo mejor de lo que lo encontramos?...
Si tomáramos conciencia de que todos somos responsables de todos, el mundo sería distinto. Si toda acción (jugada) se encaminara hacía un bien colectivo la humanidad sería otra. No comprendemos que somos vasos comunicantes y que el efecto mariposa es real.
(Toda causa -por pequeña que parezca- puede producir impredecibles efectos).
GerCardona. Junio 16 de 2022
Bogotá-Colombia |