Relato de tiempo y vida
De tiempos, situaciones y computadores
En el tiempo de vida que llevo compartiendo con la tecnología de la virtualidad he tenido acceso a varios computadores, tres o cuatro teléfonos celulares y últimamente algunos smartphones.
Antes de continuar con el relato algo relativo al título: Por mi trabajo como responsable de logística en una empresa eléctrica fui de los primeros en usar uno de los primeros, valga la redundancia, teléfonos portátiles. Eran unos aparatos que además del auricular igual a los teléfonos antiguos se complementaba con una batería de gran tamaño que había que llevarla colgada de un hombro como una cartera o un bolso y el que los usaba en las calles u otros lugares concurridos era bicho raro.
Un día, como muchos otros, salí de la oficina diciéndole a la secretaría que iba a la fábrica que nos proveía de estructuras metálicas, a ver el avance de nuestro pedido de torres de alta tensión, encargándole además que por cualquier motivo urgente me podían llamar al teléfono portátil. Y resulta que hubo una emergencia y el mismo dueño-gerente general de la empresa me llamó, afortunadamente oí el llamado, lo atendí y entre ambos solucionamos rápidamente el problema. Claro que mi problema en ese tiempo fue que me costó darme cuenta como supo él en dónde estaba yo en ese instante, que además del trabajo aprovechaba esas salidas para disfrutar de momentos no muy santos y justo me pilló disfrutando una refrescante piscola (Pisco y bebida cola) con una bella compañía en un motel, por alguna razón que no logré explicarme tuve la precaución de decirle a ella que bajara el sonido de la música. Situaciones de ese ayer que hoy no sorprenden a nadie, que para entenderlo bien hay que situarse en ese incipiente comienzo de la telefonía celular.
Bueno volviendo al comienzo del tema que hoy me interesa relatar. Aparte de los computadores de las empresas donde trabajé, puedo contar cinco computadores propios más algunos smartphones y de todos, salvando al smartphone actual, hoy no hago uno.
Mi problema es que el mejor de todos, un Compaq 18 HP All in one que es en el que últimamente escribía, pasó a mejor vida.
El más viejo de todos, uno antiguo de torre sin marca, después de borrar todo de su disco duro, lo restauré y se lo regalé a un pequeño nieto para que lo use como juguete introductor al mundo cibernético.
Otro de marca HP con torre, viejo, pero no tanto como el del nieto, se cansó de escribir y mostrarme el mundo de hoy quedándose pegado en el Windows Vista y no acepta ser actualizado a los actuales, sólo lo uso para escuchar música y usar el monitor de 18 pulgadas como complemento del smartphone.
Otro es un notebook Packard Bell de 15,6 pulgada, viejito, muy usado y también viajado, puesto que me acompañó como fiel ayudante en muchos de mis trabajos de obras a lo largo de todo Chile, es de los buenos, pero remozarlo sale caro.
Otro un notebook Toshiba Satélite de 15,6 pulgadas que también me acompañó en mis últimos trabajos y que además de números, fórmulas, proyectos, inventarios y balances me ayudó a escribir muchos de los poemas y cuentos que he registrado y publicado.
Mi problema, como ya lo mencioné al comenzar a enumerarlos, es que el mejor de todos por estos días , el Compaq 18 HP All in one que es en el que hasta hace un par de meses escribía, pasó a mejor vida y se llevó todas mis letras del año que terminó y también de años anteriores que no había publicado, tampoco registrado y mucho menos, que es lo peor, respaldado.
Este, como es relativamente nuevo, lo considero el más útil y versátil para mis requerimientos, por este motivo lo he estado desarmando y armando a ver si le encuentro la falla, trato de encontrar el defecto en la parte mecánica o hardware olvidando que la mecánica que yo estudié es de motores diésel, y me introduzco como un intruso en la virtualidad del software, pero como aquí me pierdo en las virtudes del sistema y las virtudes que en mi vida conocí son de otra índole, no logro que vuelva a comportarse como lo hacía hasta hace poco.
¿Dije cinco? Me equivoqué, había olvidado que el Packard Bell logré restaurarlo y se lo regalé a una ex que de vez en cuando viene a verme con el pretexto de recoger aromas que dejó enredados en mi almohada y alguna prenda de esas que yo le escondía.
Bueno, de todos prácticamente no hago uno y como esto de la computación ha avanzado a pasos muchísimo más veloces que los míos, he sacado cuentas y me conviene comprar uno nuevo.
Igual, de todas formas, voy a rescatar el disco duro de este último porque en él hay mucho traspasado desde los aparatos antecesores y lo más importante son los poemas, cuentos y otros artículos escritos durante el año pasado (2021) sin respaldar.
Además de todo lo que tenía planificado para ir publicando en esta página hay otras partes de mi vida que todavía me sirven como complementos para seguir viviendo, escribiendo y usufrutuando del conocimiento universal, que con la ayuda que Internet siempre voy guardando ya que me brinda material para estar más o menos al día con la cibernética actual.
Quiero dejar testimonio que aprecio y valoro la ayuda inapreciable que me han proporcionado mis fieles computadores, tanto en el trabajo como en esto que hoy me apasiona y practico, que es la complicidad con las letras y palabras del hermoso idioma Castellano. Comprendiendo muy bien que tal como yo ellos (los computadores) van envejeciendo y perdiendo la capacidad de memorizar.
Afortunadamente mi propio disco duro aún se mantiene activo y todavía con mucha reserva de ignorancia para rellenar con conocimiento, aunque lo de duro últimamente parece que es parte de esa memoria que se fue borrando en los computadores viejitos y usados durante todo el tiempo transcurrido en que fueron cómplices de mis aventuras y peripecias por los caminos que me tocó transitar.
¡Cómo disfruto estas reminiscencias que se asoman desde sus escondites en la memoria! Al escribirlas parece que las vuelvo a vivir.
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