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Un hombre y una mujer…

Estaba llegando la noche cuando una mujer se acercaba, ensimismada en sus pensamientos y casi sin darse cuenta a la boletería de un cine céntrico, saca una entrada y el vendedor le dice que quedan dos asientos nada más y que está por empezar la película.
La mujer cuyo nombre no tiene importancia, ni su edad, simplemente es una mujer cuyos problemas la agobian tanto que no quiere volver temprano a su casa, sabe que allí sólo encontrará la soledad y unas paredes húmedas quizá por el llanto de tanto tiempo y quizá, sólo quizá la película logre hacerle olvidar un presente tan oscuro.
El acomodador la guía hasta la butaca vacía y se acomoda en ella, pocos segundos pasan hasta que otro acomodador acompaña a un hombre al asiento que estaba vacío, junto a dicha mujer.
Este hombre cuyo nombre ni edad y ni siquiera el color de sus ojos importan, se sienta al momento que comienza la película, él tampoco quiere regresar a su casa, sus pensamientos giran sin ni siquiera darse cuenta de que la película acaba de comenzar, sabe que tiene que matar el tiempo que no quiere volver a verla, que ella ya demostró lo que es, pero aun así no quiere irse y sólo el verla en su cama le repugna por eso pensó que ver una película y llegar tarde a su casa sería la solución a corto plazo, después sabría cómo enfrentarla.
Ni el hombre ni la mujer sentados uno al lado del otro se prestan atención sólo tratan de ver la película sin conseguirlo, aunque esta sea de mucho suspenso.
La sala está repleta y pronto comienzan a moverse en sus asientos, el terror es demasiado fuerte y el suspenso los tiene en vilo a todos, de pronto un grito aterrador hace que este hombre y esta mujer salten de sus butacas. Este simple acto hace que se miren uno al otro y se sonrían, eran personas grandes que no deberían asustarse con un simple grito.
Así continuó la película hasta que llegó a su fin y el público se levantó para retirarse, lo mismo hicieron ellos.
Al llegar a la puerta del cine comprobaron que el tiempo había cambiado considerablemente y que la lluvia era tan intensa que por el momento era preferible quedarse dentro del cine hasta que por lo menos amainara un poco la intensidad de la misma.
Quince largos minutos pasaron, algunas personas que habían llegado en auto decidieron mojarse un poco y llegar hasta él para volver a sus casas, la mujer casi sin querer expresó algo en voz alta y pronto recibió la contestación del mismo hombre que había estado sentado a su lado, comentando que era casi imposible salir. De pronto el mismo hombre, se dirigió a la mujer diciéndole que al lado del cine había una pizzería que serían pocos pasos y que si ella quisiera la invitaba a comer algo ya que a las diez de la noche su estómago le estaba reclamando la cena.
No quería importunarla con la invitación, pero no estaba acostumbrado a cenar solo y al ver que ella tampoco estaba acompañada y debido a las circunstancias del tiempo, le agradaría que lo acompañara y así podrían pasar un momento agradable.
La mujer lo miró y vio a un hombre elegante, bien parecido y totalmente confiable y ella también estaba sintiendo hambre y aceptó.
El mozo les mostró la única mesa que en ese momento quedaba vacía, junto a la ventana del local y los dos se sentaron luego de quitarse los abrigos mojados. Pidieron pizzas y faina y aunque parezca mentira charlaron de muchas cosas, del tiempo, de libros, de películas y el tiempo fue pasando rápidamente hasta que llegó el momento en que la mujer le agradeció la invitación y con un apretón de manos se retiró.
Al llegar a su casa, encendió las luces, se dio una ducha y se acostó pensando que sin saber por qué motivo, la casa ya no le parecía tan sola, ni siquiera notaba la humedad de las paredes que parecía haber desaparecido y se durmió pensando en la loca aventura de haber conocido a alguien, estar sentada junto a él y haber aceptado una invitación de un hombre desconocido y ni siquiera saber su nombre, pero estaba segura de que el día siguiente sería el comienzo de una nueva vida y se sentía feliz.
Mientras tanto, el hombre pagó la cuenta y sus pensamientos volvieron a rondar en su cabeza, llegó a su casa y se asombró, todo estaba oscuro, entró, prendió la luz y el asombro fue mayor, la persona a la cual no quería volver a ver se había marchado, se había llevado sus pertenencias y él pudo respirar al fin, también se duchó y se acostó pensando en lo loco de su día, aquella mujer tan agradable de la cual ni su nombre sabía, le había cambiado la perspectiva a su vida, se sentía tan bien como nunca y se durmió pensando en un futuro que quizá llegara a ser todo lo bueno que algún día había soñado.
Un hombre y una mujer cuyo destino era conocerse sin saber siquiera quién era cada uno, verían el futuro con ojos distintos y quizá, sólo quizá algún día volverían a encontrarse.

Omenia
13/6/2022

Texto agregado el 13-06-2022, y leído por 130 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
15-06-2022 Que lindo!!! Es muy posible que el destino los vuelva a unir y ahora pensando en un mañana***** Besitos amiga Victoria 6236013
14-06-2022 Las cosas sin saber como pero se dan, como dice la canción dos piedras rodando se encuentran. (creo la canta el Tri? sendero
14-06-2022 Me encanta ese tipo de relatos, me cautivó, un abrazo nelsonmore
14-06-2022 Encantador relato, me ha encantado pasar a leer y disfrutar de la lectura. Un abrazo! Mayte2
14-06-2022 Ahhh... (suspiro), qué agradable relato, Ome. Quedé volando, soy bastante romántica. MujerDiosa
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