Los arpegios de lluvia lentamente se silenciaron, la brisa que no había sido invitada elevó sus plegarias, el viento galope a galope se tornó gacela, era cosa de tiempo, la brisa fría del otoño con sus notas melodiosas hilvanadas con los primeros rayos de sol y el cantar de los pájaros urdiendo su vuelo por las tupidas enredaderas.

Las notas efusivas pintaban sus grises vistiendo con su algarabía. En cada rincón danzaban en el cielo los copos de nieve aclarando el firmamento, el sol tímidamente se sonrió y vino entonces desde la nada aquél aullido de las fábricas que anunciaba el trajín de un nuevo día, el quejido de las calles ensombrecidas por el palpitar de los pasos, el colorido de las voces, las melodías reiteradas... la rutina.

En la comarca el azul inmediato respiraba sobre los valles, aunque el estridente sonido de la radio en Blue lo retaba con sus tonos sumergidos en ocres a danzar sobre sus sueños.
Sobre el extenso valle despertaban los cerros, no bien el azul del cielo conjugaba su rutina sobre aquellas floridas primaveras navegando a la deriva sobre un amplio espacio iluminando el primer beso de los amantes. El aroma a café, el color de una rosa y una mirada...
- Buen día amor el desayuno está servido.