Otro texto muy antiguo, encontrado por ahí en una vieja libreta de apuntes.
De repente me atenaza un miedo terrible a escribir. Me siento incapaz de contar una anécdota, de ordenar los detalles que le den unidad y coherencia, que permitan que una idea devenga realmente en una historia, en un cuento. Que penoso es sentirse así, incapaz, imposibilitado mentalmente por el miedo, para imaginar y concebir algún texto que tenga el interés suficiente para ser leído (o aun cuando nadie lo leyera). Ideas no faltan, aunque algunas no tengan todavía la madurez suficiente para ser escritas. Otras, a lo mejor ya se pasaron de maduras, y se han convertido en ideas viejas que han visto irse su mejor momento y oportunidad. Renovar las ideas es una práctica bastante sana. A pesar de ello, recuerdo una idea antigua, que cuando apareció me sedujo sin más. Un hombre de mediana edad, luego de ver la película Átame, de Pedro Almodóvar, se enamora perdidamente de Victoria Abril. Ve la peli repetidas veces, añora a Victoria, la sueña y se obsesiona con ella, sueña que le hace el amor. La historia narraría por partes, descriptivamente, el enamoramiento primero, los sueños obsesivos y finalmente el encuentro amoroso soñado, entre la Abril y el hombre. Entre cada parte insertaría fragmentos de “Ella”, una canción de Carlos Arellano, que el trovador en su momento realizó, pensando en varias mujeres amigas suyas y algunos amigos también. La idea ya estaba completa; pero no fui capaz de tomar papel y pluma o sentarme ante el ordenador para desarrollarla. De eso han pasado algunos ayeres y la pasión resurge al mirar hoy domingo “Perdidos en Tokio”, donde la recientemente multicitada Scarlett Johansson, se observa tan linda e inocente. ¿Qué poder tienen algunos rostros o artistas de seducirnos en un momento único, especial, al que se ha llegado como si fuera la luz de un flash, una iluminación, un milagro? Además del rostro bellísimo de la Johansson, del otro lado está el hombre maduro y venido a menos que está tan perdido y confuso como ella. ¿Me identifico con el personaje, como si fuera yo mismo?... Tal vez. De cuando en cuando se vale soñar. Tanto Victoria Abril como Scarlett Johansson me tienen enamorado. Estas notas al azar no quieren decir nada, ni pretenden llegar a lado alguno; pero pueden fungir muy bien como constancia de mi profunda admiración hacia ellas. No importa que entre uno y otro filme, haya como 20 años de diferencia.
Hay cuentos que no se dejan atrapar y este parece ser uno de ellos, simplemente se escapa, como el agua entre los dedos.
¿Qué sigue?... terminar estas notas tan al ahí se va, tan llenas de miedo, tan frágiles, tan al azar.
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