Volar da hambre de Rubén García García
Corro por desiertos y laderas de nieve. Voy por los tejados abrasados y me da por brincar tan alto que vuelo. Volar rozando las olas. Volar entre flores y salir con olor a jazmín. Mirar desde el cielo a los pescadores que llegan al puerto y retornar por callejones trenzados con piedra y laja. ¡Ahh! el aroma sagrado del pan y caminar con pisadas de gato hacia la cocina y tomar una pieza dorada y esponjosa. «Solo así te paras haragán”—me dice la compañera.
Ella no sabe que volar da mucha hambre.
Texto agregado el 25-05-2022, y leído por 141
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Lectores Opinan
27-05-2022
Gracias por compartirlo. Contado casi como anécdota nos deja una hermosa lección ;) saludos, sheisan
26-05-2022
jejeejee semejante ejercicio a quién no le daría hambre! Un abrazo, amigo Shou
—Lo que pasa es que, aunque no se sienta hambre, el olor a pan recien horneado por la compañera, tiene el don de suspender el vuelo de todo soñador que se entrevera con las nubes. —Saludos y te cuento que a mí de da sed. vicenterreramarquez
26-05-2022
jajajaja en realidad para volar prefiero el avión pero si te gusta volar por los tejados... para la próxima llévate un sandwich en el bolsillo jajajaja saludos. ome