Tom, jamás pensó que se volvería a encontrar con Jim, pero el destino se encarga de poner frente a frente en los lugares más insólitos a quienes se andan buscando. Jim había jurado matar a Tom, a como diera lugar y no se iría contento de este mundo sin cumplir esa promesa. El motivo era cobrar venganza porque Tom había matado a su padre y le había robado toda la fortuna. No pudo impedirlo porque en aquel entonces estudiaba en la Universidad de Cambridge. Ese día, Tom entró solo al ascensor. De inmediato oprimió en el tablero el botón del piso 37. El ascensor empezó a subir y solo en el piso treinta se detuvo para permitir la entrada de un hombre de piel trigueña y gran contextura física quién al ver a Tom, sacó una pistola del cinto, con silenciador y le pegó un tiro en la cabeza. El hombre se desplomó al piso. El asesino había oprimido en el tablero el piso treinta y cinco y el piso sesenta y nueve. Abandonó el ascensor después del crimen. Tan pronto salió entró al que bajaba, al llegar al primer piso abandonó rápido el edificio antes que lo descubrieran y se perdió en la noche. El muerto subía por el ascensor y cuando llegó al sesenta y nueve se detuvo pues una señora de cabello blanco hacía rato estaba guardándolo, pues iba al piso setenta y nueve. La viejita entró y al ver un cadáver en el piso le dio un infarto y cayó encima del muerto. Nadie entró ni salió del ascensor en el setenta y nueve y siguió de largo hasta llegar al noventa y dos que era el último piso, allí lo aguardaban cinco empleados del edificio, quienes al ver los dos muertos se preguntaron: ¿cómo? Al otro día la policía dijo que los muertos eran madre e hijo y que se desconocían las causas del crimen.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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