EL NUDO.
Cuando callamos lo que el alma
desea expresar,
las palabras,
cual molino que se detiene,
se estancan,
el agua que no brota,
se transforma en un cordel
que se envuelve, una y otra vez,
se anuda, retuerce,
hasta que un viento nuevo,
agita las aspas y el molino retoma
su movimiento vital.
Brotan las palabras,
naturales cristalinas,
agua fresca y pura,
llevando en su caudal
el cordel que se ha desatado
y una inquietud maravillosa
nos remoza, como un viento,
que barre,
las hojas muertas.
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