breve narración
rescatada del foro "cuento compartido"
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Anduve despacio, despidiéndome del lugar donde viví tantos años, bordeé un pequeño arroyo casi seco y por la ladera de la montaña seguí hasta divisar los aloes en la entrada de la vieja casona, necesitaba aire puro y el esplendor del lugar me lo brindaba. Estacioné el auto y al bajar aspiré con agrado el aroma de los floripondios florecidos que llegaban desde el patio, supe que ya estaba en casa. Lo primero que hice cuando entré fue abrir el ventanal de mi cuarto, embriagado por el sol del este que amanecía despuntando la montaña respiré profundo como si fuese la primera vez. Qué cosa extraña, nunca me sentí solo en esta soledad.

Encendí un pucho recostado en la catrera, sin la prisa de los tiempos, haciendo aros con el humo, preparándome para acomodar los libros sobre el viejo estante de madera, pocos libros traje esta vez, solo aquellos que nunca leí.


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