Siempre tuvo la manía de ahorrarlo todo; ahorraba hasta el agua y no se bañaba todos los días por temor a que el recibo le llegara muy caro; prefería comer muy poco y comida que no alimentaba el cuerpo ni el alma; economizaba hasta sus pasos pues casi no salía a caminar por temor a que se le gastaran los zapatos, tampoco comulgaba por economizar ostias al sacerdote, para que las ostias no maltrataran su hígado y le produjera en un temperamento bilioso.

Nunca fue devota de ningún santo para no tener que pedir milagros. A todo le metía economía, todos suponían que debería tener una inmensa fortuna y que su vida correría riesgos, pues no faltaban los secuestradores, ni los estafadores que estarían maquinando un plan para despojarla de su riqueza. Es más, hasta pensaron que un buen auditor podría dar cuenta con exactitud a cuánto ascendía su capital. Economizó risas, lágrimas y besos. Todos se preguntaban, porque economizaba tanto, solo había una respuesta, había muerto hacía tres años.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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