-No basta que sólo pienses en ello, debes involucrar la voluntad, recuerda…
Mientras lo intentaba, escuchaba la voz de su maestro repitiéndole una y otra vez, como hacerlo.
-Debes relajarte, poner tu mente en blanco, vacíala de todo pensamiento…
Profundo…
Profundo…
-Es como mover un dedo, le decía. Puedes mirar y concentrarte en mover un dedo toda la vida y jamás lo conseguirás, en tu interior, íntimamente, sabes cómo moverlo, no sabes cómo lo sabes, pero sin duda alguna lo sabes, cuando sin pensarlo, sin mirarlo, sin concentrarte, simplemente, lo mueves…
Ahí, en esa oscuridad, a solas consigo mismo, buscaba en su mente la manera, como si recorriera por fuera un edificio sin puertas, buscando alguna señal que le indique como entrar…
Se relajó…
Los brazos, las piernas… el tronco…
Sus pulsaciones fueron aminorando, más lento, más despacio, más profundo…
Entonces lo sintió….
En un lugar de su mente, que no sabía con certeza donde quedaba, percibió un pequeño eco
A pesar del precario control que ejercía, intentó alcanzar ese eco, vibrar junto con él
Era como una hebra de hilo, hilo plateado infinitamente fino… Pero infinitamente firme y concreto
Dejó que su conciencia vagara siguiendo este hilo…
En su mente, en aquel lugar al que su conciencia había llegado, no veía ninguna forma, pero las percibía. Percibía sus colores, sus sensaciones, y entendía, las que debía entender
Sabía lo que debía hacer
Tenía que hacer llover
Busco la lluvia…
No tuvo dificultad en encontrarla
Sin tocarla, sin mojarse, se bañó en ella
Se empapó de ella
Él era la lluvia
Luego de unos instantes, supo que ya sabía
Y entonces lo hizo
Mientras tanto, afuera, en la calle, silenciosamente…
Comenzó a llover….
Randal Tor
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