Con un tono autoritario le dijo:
-No vayas a salir esta noche.
Santiago la miró de pies a cabeza, luego con tono despectivo la dijo:
-¿Quién me lo va a impedir?
Hubo un silencio corto que fue interrumpido por Lady:
-Quién más va a ser sino yo.
Santiago, soltó una carcajada que burlona que lady la tomó como una ofensa. Corrió hacia la puerta y le echó llave y la guardó entre sus pechos. Hacía tanto tiempo que Santiago no le acariciaba los pechos, no por culpa de él, sino de Lady quien le negaba sus encantos con el maldito pretexto que si él se los chupaba mucho perderían la forma y se caerían. A ella le gustaba tenerlos duros y en su lugar.
Antes que Santiago metiera sus manos en los pechos de Lady, esta sacó las llaves y las guardo en el bolsillo de su pantalón vaquero, que a propósito le quedaba muy apretado. Enseguida y con tono imperativo le dijo:
-No intentes salir porque no respondo.
Santiago con mucha calma le contestó:
-Y qué vas a hacer para impedírmelo.
Lady, con tono burlón le dijo:
-Voy a desnudarme.
Santiago, le respondió:
-Y qué estás esperando.
Lady, le contestó:
-A que me beses.
Santiago se dirigió despacio hacia donde estaba Lady y la besó en los labios, ella gemía de placer, parecía una gata en celo, agarraba todo lo que podía, se aferraba al cuerpo de Santiago, luego agarró su miembro y los dos se estremecieron de placer. Santiago la desnudó por completo, la tomó de la mano y la llevó hacia el baño, abrió la ducha y los dos recibieron con placer el agua, es más, hasta se pusieron a jugar como dos adolescentes, se echaron agua que recogían con sus manos. La temperatura siguió subiendo, subió tanto que la penetró de pie en el baño, gimieron, suspiraron, se abrazaron fuerte hasta que llegaron al orgasmo. Luego se echaron jabón y dejaron caer el agua sobre sus cuerpos.
Enseguida se secaron, luego se vistieron despacio; Lady preparó café y cuando estuvo listo tomaron despacio un pocillo cada uno. Luego con ironía ella le dijo:
-Te diste cuenta que en esta casa mando yo.
Santiago de inmediato le respondió:
-Mandabas querrás decir.
Lady respondió de inmediato:
-Mando, así como lo escuchas, aquí seguirá haciéndose lo que diga yo.
Santiago le preguntó:
-Ahora qué quieres, estoy dispuesto a complacerte.
-Que mates a tu amante - le contestó.
Santiago la miró con rabia y al rato le contestó:
-Después de haberte poseído, ya no me interesas.
Sacó la pistola que llevaba en el bolsillo de su chaqueta y le disparó un solo tiro a la cabeza, ese disparo fue suficiente para mandarla al otro mundo.
Santiago estaba entre la espada y la pared, pues su amante le había pedido que matara a Lady. Antes que la policía llegara se fue rápido donde Esther quien lo esperaba desnuda en la cama, abrió la puerta y entró sin prisa. Hizo el amor con ella como nunca lo habían hecho y luego le dijo:
-Tus ordenes están cumplidas.
Esther lo abrazo fuerte y le dijo:
-Mi amor, no te podía compartir con Lady.
Santiago la miró con suma compasión, luego le dijo:
-Después de poseerte ya no me interesas.
Sacó la pistola y la mató de un disparo en la cabeza y se fue tranquilo pues complació a los dos.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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