TESTIGO

Hola, amigos.
Mi vida es sencilla, soy por fortuna bastante joven, 22 aburridos años. Estudiè en una escuela técnico industrial, Cuatro años después de la secundaria salí de técnico en conservación. Gracias a las influencias en el Seguro social de la segunda ciudad del estado más pobre del norte de México (no les digo el nombre porque se cuenta el pecado no el pecador), les decía, gracias a las amistades de mi padre, obrero metalúrgico, entré a trabajar a una Clínica Hospital del Seguro Social en el departamento de conservación. Mi trabajo es fácil, de plomería.

He tenido sólo una situación emocionante de la que fui testigo y que mi cuate Sebas, que acaba de entrar al “jale”, lleno de curiosidad me preguntó:
—¿Tú fuiste el testigo principal del caso del cirujano asesinado? Cuéntame el chisme.
—Si me disparas una caguama te lo cuento.

En la aristocrática cervecería “sal si puedes”, debidamente pertrechados con unas frías cervezas que aminoraban el calorón de nuestra ciudad le dije a mi compa:
—En este hospital trabajaba un joven cirujano, guapo, casado con otra doctora, ella médico familiar. La mayoría de los cirujanos se creen la maravilla del mundo, que Dios los hizo para deleite de las mujeres. Este doc, era de ojo alegre y andaba con una hermosa chava de Chihuahua, estudiante de enfermería.
—A poco, ¿Qué no sabía que era casado?
—Claro, pero con labia del buen doc, ya sabes: que se iba a divorciar, etc. Pero al ver que pasaba el tiempo, la estudiante lo dejó por otro que era soltero. El doc, hizo un escándalo padre.
—¿Y la esposa del cirujano?
—Pues como buena mujer mexicana aguantaba vara.
—Y luego.
—El doc fue a verla donde vivía la estudiante con su hermano y tuvieron un pleito de órdago.

El periódico dio la noticia que ambos hermanos fueron acribillados a balazos.
—¿Fue el doctor?
—Pues hicieron investigaciones y salió libre de culpa Raúl (el nombre del cirujano).

Paso el tiempo y los dos amigos de conservación volvieron a reunirse alrededor de un sabroso líquido (oro líquido en paredes de cristal).
—¿Cómo estuvo lo que viste?
—Yo estaba en el estacionamiento y vi cuando llegó el doctor. Al bajarse del automóvil, se le acercó un sujeto y sin decir “agua va” le sorraja dos disparos. Lo llevaron a quirófano, pero se les murió en la plancha.
—¿y viste al sujeto?
—De cerca, es lo que declaré a la policía, era un tipo alto de aspecto norteño, de chihuahua probablemente. Con frialdad, después de los plomazos, con tranquilidad se acerco a la barda, brincó y hasta la fecha no se sabe nada de él.
—Que gacho estuvo.
—Sí, yo di gracias de ser feo y que las féminas me tiren a león,