Con mi amiga salimos de paseo, estábamos aburridas jugando a las cartas.
Caminamos un buen rato por la vereda del barrio, de pronto freno un coche, nos preguntó por una calle sin número, los miramos a los dos muchacho sin sospechar lo que tramaban.
De pronto se bajaron y nos metieron dentro de auto, sorprendidas comenzamos a querer salir, pero ellos arrancaron y a gran velocidad se alejaron del lugar.
No sabíamos cómo desembarazarnos de ellos, por más que gritábamos nada podíamos hacer, la velocidad iba en aumento.
Las dos aterradas ni llorábamos, solo decíamos cosas inaudibles.
Al llegar a un paraje desolado detuvieron el coche, y bajo uno de ellos, mi amiga se tiro del auto sorprendiéndome a mí también. Al no poder detenerla el tipo subió al coche y arrancaron de prisa.
A los manotones fui tratando de hacer que detuvieran la marcha, me sentía perdida y asustada, uno de ellos me quería hacer callar, y gritaba más que yo misma, el que manejaba para el auto de golpe y me tiraron como si fuera un fardo a una canaleta que había en el costado del desolador camino.
Espere que se marcharan y luego salí de ese lugar, en la calle mire para ver si estaban por ahí escondidos, y nada.
Entonces fue que gire mi rostro para el otro lado de la calle, para el lado donde mi amiga se había bajado, de pronto un punto lejano me decía que era ella.
Comenzó a correr por la carretera a toda vellosidad, el puntito cada vez se veía más cerca, las dos emocionadas corríamos al encuentro, nos abrazamos llorando de alegría, fue una experiencia muy fea, pero en la vida pasan cosas peores. Aquello solo fue una enseñanza para el futuro, solo teníamos doce años ambas.
A-M-R |