Hace años, tantos años que no importa cuantos, nació una mujer con cara de rosa cuyo destino sería enamorarse locamente de un ser de otro mundo, de otro plano, de alguien que no conocía personalmente, ni físicamente, alguien que no besaría, que no tocaría jamás... ese hombre solamente aparecía en sus sueños, y ahí compartían la energía más hermosa del universo, lo sublime y erótico se conjugaba entre ellos de tal forma que hacían vibrar otros mundos, creando tsunamis y estrellas fugaces en instantes poderosos y divinos.
Ellos, eran comunión energética.
Ellos eran, perfectamente felices.
Kronos, ese divino sempiterno trascendente cuyo legado ha sido la muerte, notó ese inmenso amor que solamente existía en el mundo de los sueños y quiso hacer algo que no fuese dejar que el tiempo pasara hasta que llegara la muerte... Kronos permitió que esos seres perfectos se conocieran aquí... sí, justo aquí, en la vía Láctea, en nuestro mundo.
La injusta vida no los dejó estar juntos, hubo un error, no llegaron al mismo tiempo a la tierra para renacer.
Crecieron y vivieron con saudade, en ese dasasosiego que deja la angustia, cuando el alma sabe que hay un sentir más profundo, más intenso, más sublime.
Siguieron con sus vidas... Paso el tiempo y murieron sin estar el uno con el otro... Pasó el tiempo y murieron sin haberse escogido...
Quizá los dioses del olimpo les permitan estar juntos en otros mundos, en otra vida. |