COMO ACABAR CON LOS SECUESTROS
Había pánico en la capital del estado, los secuestros no paraban y la gota que rebasó el vaso fue el levantón y asesinato de inmediato de don Eulalio, prohombre de la sociedad y riquísimo industrial. Los malandros habían recibido un millonario rescate.
—Lo mataron porque el secuestrado conocía a los secuestradores —dijo Adrián a su amigo Elisha.
—Tienes razón.
Esta platica ocurría en las oficinas de Adrián, experto en computación e investigador en el área de inteligencia de la policía estatal. Su amigo israelí, retirado del Mossad, experto en terrorismo había sido asesor en el sexenio pasado
—Te llamé porque me dieron un chivatazo de que en un rancho cerca de la ciudad vieron a un ex guarura del industrial y quiero que investigues. No quiero dar la información a mis superiores, pues bien sabes, hay fuga de información.
—Dalo por hecho, me daré una vuelta. Gracias por la confianza. Si hay algo te informo de inmediato.
Gracias a un soplo anónimo, tanto al periódico local como a la policía se supo que los secuestradores eran un antiguo chofer, una bellísima mujer amante del industrial y otro sujeto que fueron abatidos a balazos en un rancho. Se encontraron evidencias: la ropa del secuestrado, sus huellas digitales más información en una computadora de sus movimientos. Lo que desapareció fue el dinero del cuantioso rescate. Las autoridades dieron por cerrado el caso.
Adrián ya no supo de Elisha, pero recibió la agradable noticia de que en Aruba país autónomo insular del Reino de los Países Bajos, celebre por ser un lugar donde se lava el dinero del crimen organizado, el investigador tenía una cuenta (sin su nombre, sólo un número) por una cantidad, que ni en sueños imaginó, para su ya próxima jubilación.
|