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En esta madrugada puede parecer sencillo escribir un poco de ti. Tal vez parezca simple la idea de que, tras tantos años de olvido, el tiempo haya tejido telarañas sobre mis recuerdos, destiñendo las imágenes, oscureciendo el ayer; pero has de saberlo, aún estás presente.
De pronto, en un momento, todo se detuvo en mi interior y se despertó un mar de añoranzas. Surgió al escuchar aquella hermosa canción que me dedicaste. Te gustaba, te gustaba tanto… y digo te gustaba porque desde hace varios años ya no sé más de ti. No conozco tus gustos no sé de tus penas ni tus alegrías, tampoco conozco tus planes. Es triste, después de haber sido todo para el otro ya no ser parte de nada.
De entre todos los recuerdos viene a mi mente la noche que subimos a la azotea. Tú querías fumar justificando con ello calmarte. Nos golpeó el frío, me abrazaste y en medio del silencio, muy bajito me pediste: escucha mi corazón. Por unos segundos quedé con los ojos cerrados y mi oído muy pegado a tu pecho; el ritmo sin pausa, acompañado por tu calor era tan agradable. Percibí de ti un único y delicioso aroma, mezcla de tu propia esencia unida a la fragancia tenue de un perfume. Disfruté el momento. De la cadencia suave e intensa de tu respiración del refugio entre tus brazos y tus latidos: “Mi corazón es tuyo”, dijiste, yo te bromeé replicando "Si tu corazón es mío, cómo es que no está en mi puño". Con una sonrisa respondiste a mi capricho: “Porque está a tus pies…” entonces yo te besé; me comí tu boca, por ser tan sencillo, inteligente y entero. Noche, ¡Qué bella noche!
Tantos recuerdos se agolpan hoy y me pregunto, ¿Cómo serás ahora? Más hombre, más grande. Solo anhelo que quien encuentre refugio en tu pecho valore tus latidos y sea contigo una buena mujer. En tanto yo me quedo con mis recuerdos, atesoro lo perdido y me sonrío ante aquellos latidos que se quedaron grabados en mi corazón. Te doy gracias por ser parte de mi vida, por dejarme ser parte de la tuya. Nuestros destinos se separaron, ya lo sufrimos. Y es que en la vida, nos guste o no, todo está hecho para ser roto. Todo.
M.D |