Don Godofredo y don Simón
Don Godofredo, sacerdote jesuita, es el Señor Cura (la jerarquía más alta) del lugar donde yo vivo, un pintoresco pueblo (no digo el nombre por seguridad) del norte del Estado de Sonora, cerca de la frontera de USA. Dirijo un pasquín en el que soy director y el único periodista, me da escasamente para medio vivir.
Poco tiempo después de llegar don Godofredo, el centro de la pequeña ciudad fue remodelado, se tumbaron casas, ampliando el sitio, un hermoso parque central, un arquitecto de CDMX lo diseño, una verdadera maravilla. Alrededor de este parque, la iglesia remodelada, amplia, sencilla y austera en su diseño, lo que le da verdadera elegancia. Un Cristo crucificado en el altar traído de Italia. Parece más una Catedral que una iglesia de pueblo. La presidencia municipal también remodelada, hoteles, comercios, restoranes de comida del lugar e internacional rodeando al parque.
Le pregunte a mi mamacita, que pertenece a las bancas de adentro de la iglesia y tiene idealizado al Señor Cura: “¿de dónde saldría el dinero para tantas obras? Ella simplemente me contestó: “Dios provee cuando se trata de buenas causas”.
—El señor Cura quiere hablar contigo —me dijo mi madre—, a la voz de ya vete a verlo y no me hagas pasar vergüenzas.
No podía desobedecerla (aunque ganas no me faltaban), pensé “este curita me ira a poner como lazo de cochino por mis herejías”. Me preparé para ver su cara hosca, pero me recibió con amabilidad y me dijo: “don Simón quiere entrevistarte, ve de inmediato”.
Don Simón, simpático viejecillo cerca de los 80, solterón, amable y elegante en el vestir. Su casa austera por fuera, pero amplia y cómoda por dentro con muchos sirvientes discretamente vestidos, pero por su físico sospeché en “guaruras”.
—Joven amigo, —empezó a decirme— te he investigado y me sirves como vocero en mi negocio, dejas el periodicucho que tienes. Ya te recomendé con los dueños de los principales periódicos del país y algunos de E.E. U.U. Yo te daré los datos y tips para tus editoriales. Además, en este momento te vas a ver al general comandante de la zona militar y le entregas este paquete sellado, Él ya sabe de qué se trata.
Fue todo, así se forjó mi destino.
Todos saben de narcos, fachendosos, fiestas locas donde se droga, con chicas guapas encueradas, ya “pachecos” se matan entre sí.
Mi patrón y sus socios gringos (nada de desmadres) tienen un corporativo enorme para surtir de sustancias lúdicas, eufemismo de drogas (mariguana la más simple, cocaína, morfina, cristal, anfetaminas y más). Suramérica les da el material y lo distribuyen a todo el mundo. Todos los integrantes: contadores para lavado de marmaja, químicos, sicarios etc., son serios y nada de escándalos.
El ejército y la guardia nacional se cubrieron de gloria, apresaron a muchos capos que inmediatamente deportaron a USA, abatieron a sus corifeos y como cucarachas otros emigraron a Jalisco y Michoacán. Yo me convertí “de la noche a la mañana” en editorialista famoso, pero muchos malosos por lo que escribo de ellos (enemigos de don Simón) me la tienen jurada, así que de pendejo salgo del pueblo, de la efectiva protección de don Simón. También tengo la protección espiritual de don Godofredo, pero este vale pura madre.
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