ELVIRA

Puebla, de donde soy originario, es una ciudad bellísima, su Catedral que los políticos virreinales poblanos se la apiñaron a Lima Perú, donde originalmente iba a ser construida. Pero, hay algo más hermoso que la Catedral y son las mujeres poblanas, tienen fama, es el caso de Elvira, miss Puebla. Ya les contaré de ella. Tengan paciencia.

Yo paso desapercibido, no despierto pasiones, mi nombre es Emilio, tengo una maestría en filosofía por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, que no me ha servido para nada, al contrario, mi padre don Emilio, riquísimo industrial textilero y genio de las finanzas, benefactor de la iglesia católica y un verdadero personaje de la región. Sin embargo, la importancia no quita lo caliente, es un viejo “jarioso” cuya afición es ponerle los cuernos a mi santa madre. Aunque soy hijo único, para él soy un cero a la izquierda.
Según las comadres mi mamacita falleció de los corajes que le hacía pasar su marido y al irse ella yo quede desprotegido. Don Emilio ya viudo, como que le entro su segundo aire y se fijo en la guapa Elvira. El dinero es poderoso. Ella le hizo caso.

—Hijo, tú me has decepcionado, claro la culpa la tiene tu difunta madre por consentidora, pero eso se acabó, ahora te levantarás por tu propio esfuerzo y no cuentes con mi fortuna que no será tuya, sino de Elvira, esta bella mujercita que me ha aceptado como marido. —este largo párrafo me lo dijo en presencia de la dama, futura madrastra mía.

Con un poco de dinero que mi mamá me dio antes de fallecer me fui de la casa a una pensión. ¡Vaya suerte la mía! Sin embargo, el padre Beto me consoló “Dios aprieta, pero no ahorca”.

La vida es extraña, tiene muchos designios. Don Emilio, libidinoso, le pidió a su novia una muestra de amor antes de matrimoniarse. Ella aceptó, pensando probablemente en el dinero. ¡Sorpresa! El viejo calenturiento se quedó en la suerte suprema, un infarto masivo se lo llevó con Lucifer, al lugar de las tinieblas (“Sic” las comadres de mi mamá).

Ahora soy don Emilio y ¿Elvira? No sé, pero, a una mujer guapa y liberada siempre le va bien.