Es hora de aparcar nuestras 
miradas y sonrisas cómplices...
Dejar de hablar sobre libros,
músicas y pinturas...
Aplazar nuestros proyectos  
de futuro...
De no terminar mi Manhattan 
ni tu Piña colada...

Te excitas y me excito
cuando yemas de mis
dedos recorren los contornos
de tus hombros,
cuando beso suavemente
tu cuello, desciendo
sin prisas hasta tus senos.
Me guiaste hacia tu gruta
secreta y permitiste
explorar tu tesoro.

Noche de pasión,
de movimientos rítmicos
de caderas,
de abrazos y caricias
desenfrenadas...
Pero el amor no llegó.

En el lenguaje de la piel
sobran las palabras.
Nos revela como somos,
no como creemos que somos, 
muestra empatía,
nuestras alegrías, tristezas.
Descubrimos con amargura
una parte de nuestro ser
que desconocíamos...

Al romper el alba te
levantas sigilosamente
de la cama recogiendo
tu ropa, pensamientos,
recuerdos vividos...
Oigo como te duchas
para eliminar el último
vestigio de mi existencia.

Siento tus amortiguados
pasos sobre el pasillo.
Dar un portazo para
no regresar jamás.

Comprendo tu reacción.
No fue sincera nuestra
relación.
Virtud que la tendré en boca
cuando surja un posible
nuevo amor, mucho antes
que la piel lo diga por mí.