En la vorágine de esta ciudad, que te absorbe y desconecta de tu ser, no olvides que tienes un espacio para volver a conectar contigo mismo, con la tierra. Aun en medio del cemento, el asfalto, los edificios y las luces, donde el progreso de lo urbano se ha llevado parte de lo rural, encuentras esperanza, la madre tierra. Son aquellas islas, cerros, parques, plazas, patios, pastos, árboles, los que te ayudarán a lograr el equilibrio. Date un tiempo para ello, sácate los zapatos y pon los pies en la tierra.
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