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(Hoy domingo me disponía a subir al monte. Hacía tiempo que no practicaba ningun tipo de deporte y cuando digo ninguno sabeis a qué me refiero. Cogí la mochila, donde metí mi cantimplora, un bocadillo, alguna pieza de fruta y chocolate por si las fuerzas me abandonaban. No iba a subir al Everest pero había que estar preparada. El autobus me dejó justo en las faldas del pagasarri, muchos grupos de jóvenes me acompañaban a escasos metros pero con el ritmo que llevaba los perdí por el camino. Decidí tomar un sendero que nunca antes había tomado, un atajo. Me aventuré por el porque hoy murmullo de gente que iba por el mismo que yo. Aligeré el paso para adelantar a un miembro de la cuadrilla que tenía delante. Al pasar miré de reojo al hombre por mera curiosidad. Sus ojos verdes me miraron y quedé embelesada, tanto que tropecé con una piedra y caí al suelo.
Era la típica situación vergonzosa que esperas que nunca te ocurra. El hombre me ayudó a ponerme de pie pero no podía quedarme mucho rato erguida ya que el tobillo lo tenía dolorido).
- Dejame ver. Seguir vosotros, enseguida os alcanzo.
- No hace falta que se quede conmigo, enseguida se me pasará. Sólo necesito descansar un poco.(No sabía donde meterme. Era tan amable. Se agachó para quitarme la bota, el calcetín detrás, me hacía girar el pie lentamente para ver las magulladuras.
Mi pie lo tenía olvidado. Sólo reparaba en sus ojos verdes, su boca carnosa que entre media sonrisa dejaba entrever una hilera de dientes blancos, una piel bronceada y brillante por el sudor...)
- No se preocupe por nada. Me quedaré con usted hasta que se encuentre en condiciones de andar.
- No será necesario..
- Insisto.
(Me puse de pie y nos apartamos del camino hasta un claro que había a pocos metros. Saqué mi cantimplora y bebí pero el tapón estaba suelto asi que cuando la incliné se me cayó todo el agua. Oí su risa, era como adormecedora, la situación seguía siendo bochornosa pero ya me daba igual.)
- Dicen que la torpeza es una cualidad bastante, digamos graciosa en algunas personas.
- Muchas gracias por la delicadeza
(Los dos comenzamos a reirnos hasta que dejé de reir para ver qué habia hecho para que su risa no la escuchara. Me estaba mirando de forma lujuriosa y no a mí precisamente sino a mis pechos mojados. No me había dado cuenta pero la camiseta se pegaba a ellos y con mi risa los había agitado. Los colores me subieron a las mejillas. Le miré a los ojos y noté derrepente que una de sus manos me acariciaba...la nuca. Cerré los mios y lo en lo único que pensaba era en dejarme llevar.
-Eres preciosa. Me gustaría tumbarte sobre la hierba y hacerte el amor hasta que no nos queden fuerzas ni para comer.
(Me susurraba al oído, me sentía húmeda y sensual ante un perfecto desconocido y lo que quería en ese momento era tenerlo dentro de mí. No me importaba nada más en esos momentos.)
- ¿Y a qué esperas?
En esos momentos me tumbó sobre la hierba, tiro de la goma del pelo y me lo soltó esparciendolo por el suelo. Me acariciaba como si de ello dependiera su vida, suavemente, sin ninguna prisa. Sus ojos bajaban y subian deteniendose en cada parte de mi cuerpo, ese mismo recorrido lo hizo con la lengua. Una lengua sensual, picarona.
Me empezó a besar, atrapandome los labios, succionandolos salvajemente pero sin ningun tipo de brutalidad. Me estaba derritiendo. Sus manos perdidas en algun lugar secreto e íntimo de mi cuerpo, deslizandos poco a poco.
Mis manos, torpes en un principio empezaban a cobrar vida como cobraba su miembro viril, notandolo a través de la tela, tan fina en estos momentos, tan fina que sin darme cuenta había desaparecido todo obstaculo entre el desconocido y yo.
Se colocó rapidamente entre mis largas piernas y con una pequeño empujón fui embestida. Ahora sudabamos los dos. El ritmo se aceleraba con cada movimiento. Le oía respirar, su aliento golpeaba mi boca, mi cuello provocandome ligeras cosquillas. Mi deseo estaba llegando a su fín, más salvajemente...
y cuando estaba alcanzando el clímax derrepente me desperté transpirando y recordé que era Domingo.

Texto agregado el 02-06-2003, y leído por 1817 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
07-10-2003 Me ha gustado mucho, no creo que haya que ser explícito en contar las cosas hasta el final.Me parece perfecto, donde lo has dejado..para que está si no la imaginación??? ligeia
09-08-2003 El erotismo requiere de belleza, de tiempo...que le falta a este relato. Creo que todo lo anterior es para otro cuento, que está bien elaborado, pero hacia donde apunta en definitiva el tema, queda, de verdad, en el aire. Siento que te dio como susto prolongar el encuentro. Patricia. Muerte
06-08-2003 Al principio los hechos se atropellan para armar la idea. Luego fluyen bien. Y ya sabes que el final queda rengo. Me gusto (que si no, ni voto) testigo
08-06-2003 felicidades, sigue intentándolo, acá hay mucha buena gente que te puede ayudar, y tú, por supuesto, tienes talento Gabrielly
08-06-2003 Tiene tensión sexual, pero el momento intenso se hace demasiado breve, en proporción del resto. Más que un relato erótico, es un relato a secas, del que uno más de los recursos es el erotismo. Un poco lugar común acabar con lo del sueño soñado. Deus ex machina, que lo llaman. Salu2... Vlado
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