Nuestra familia parte 12
Emilio comenzó a enseñarle a manejar a Nuria en la camioneta de Domingo, Nuria había prometido guardar el secreto al papá de su novio.
- ¿Estás bien? – pregunta Emilio – estás en otro lado.
-Perdón. Los problemas en casa.
-Entiendo.
Los problemas en casa eran constantes, Roberto no hacía nada por encontrar trabajo, fue fácil para él porque sabía que tenía el dinero de su suegra.
Tomaron la decisión de salir a vender ropa usada en el tianguis. Los martes vendían ropa usada. A Roberto le daba vergüenza que los vecinos lo vieran vendiendo cosas usadas. Siempre se escondía o ponía pretextos para no ir a vender. Nuria trabajaba para llevar dinero a la casa, al igual que Gonzalo, pero para Roberto, lo que hacían sus hijos, siempre era insuficiente, creía que eran unos tontos e inútiles.
Después de trabajar, Nuria llegó a su cuarto y se encontró con su hermano recostado en la cama de ella. Le provocó molestia porque Gonzalo no se movió para nada de la cama de su hermana. Días más tarde lo encontró dando brincos en la cama de ella como si fuera un niñito chiquito. Nuria no dijo nada. Prefería que su cama estuviera rota a tener que soportar los gritos de su papá por quejarse de tonterías.
El domingo, Julieta solicitó que le llevaran garrafones de agua a su casa y los entregó Emilio.
Fue muy emocionante verlo dentro de su casa. Ella se ofreció para bajar y cerrar la puerta, pero Roberto no la dejó.
-Qué asco me da ese tipo – dijo Roberto al subir al departamento.
- ¿Por qué? – pregunta Nuria.
-No sé, me da asco es un pobretón.
-Pero al menos trabaja – Nuria lo defendió.
-No hables de lo que no sabes, babosa.
El viernes de la siguiente semana, pasó lo inevitable. Desde ese momento, la vida de Nuria cambiaria completamente.
-Vi a tu hija – dijo Fabiola la vecina.
-Sí, sale tarde de trabajar – responde Roberto.
-Pero ¿sabes por qué sale tarde de trabajar?
- ¿A qué te refieres?
-Llega tarde porque se ve con uno de los repartidores de agua. El que entra a tu casa -le comunica Fabiola.
- ¿Qué?
-Yo los vi – le asegura Fabiola.
-Esa cabrona me va a escuchar.
Roberto regresó al departamento, entró al cuarto y sacó a Nuria de su cama.
- ¡Hija de puta!
-Oye ¿Qué te pasa? ¿Por qué me tratas así? – pregunta Nuria desorientada.
-Andas de puta con el perro del agua ¿verdad? – le gritó Roberto.
-No sé de qué me hablas.
-Sabes perfectamente de qué hablo.
Roberto la tomó del cabello y la sacó de la casa.
- ¡Aquí en mi casa no quiero putas!
Nuria pasó la noche en el estacionamiento del fraccionamiento. Todos los vecinos habían escuchado los gritos incluyendo Fabiola que estaba muy feliz por lo que había pasado.
El sábado, en pijama, Nuria vio a Emilio y le contó todo lo que había pasado. Se la llevó de ahí para que le pudiera contar y estuviera más tranquila.
Nuria regresó a su casa y vio que muchas de sus cosas estaban regadas por el estacionamiento.
Llena de coraje subió al departamento y por primera y última vez, enfrentó a Roberto.
Continuará….
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