¿Qué favor le debo
al sol por haberme
calentado, si de niño
fui a la escuela, si
de grande fui soldado,
si de casado cabròn,
y de muerto condenado.
qué favor le debo al
sol por haber calentado?

J. RUBÈN ROMERO

De niño fui aplicado en la escuela (cuatro ojos, por mis lentes), en contraste, malo para cualquier deporte. Las jovencitas cuando se llenaron de redondeces no me pelaban. Mi sorpresa fue que ya recibido las chicas se interesaron en mí. Total, me casè, tras hijos. Mi mujer se dedicó a ellos y yo… Sólo el Firulais me movía la cola.
También fui bueno para el trabajo con un excelente sueldo, mi esposa me tenía confianza porque no despertaba ni despierto pasiones tormentosas. Se me fue el tiempo, estoy ya viejo y jubilado con una buena pensión, Sospecho que por esta pensión es que me cuidan como “flor de invernadero”, siempre y cuando no estorbe.
Con los inviernos acumulados vienen los achaques y los médicos nos tiranizan con las dietas a base de verduras, agua en lugar de bebidas espirituosas y sabrosas. ¡Para qué les cuento!

—Te has fijado que han salido muchas esquelas de contemporáneos nuestros —me dijo José amigo de mi edad en el café.
—Un chingo.
—Sabes, he llegado a la conclusión de que tenemos que estar deprimidos.
—¿Por qué?
—Porque desde jóvenes hemos vivido a lo pendejo, y ahora de ancianos es peor: “entre más viejo más pendejo” y el cabròn medico en vez de recetarnos un buen whisky nos da Prozac.