Zarpó un barco desde el puerto de Génova, llevando personas a bordo escapando de la segunda guerra Mundial. Destino: Argentina.
Todos los días, un niño de apenas ocho años hacía las delicias de los pasajeros, al tocar en su pequeño violín. Realmente lo hacía muy bien. Llamó la atención de un señor, músico también. El chico estaba muy orgulloso de su violín, era nuevo y bien lustroso. Con cuidado lo llevaba y traía en su caja; la abría, lo desempolvaba, se lo acomodaba, respiraba hondo y comenzaba a tocar. El músico se le acercó una tarde al finalizar su pequeño concierto, y le ofreció prestarle su propio violín para que lo probase. Se pusieron de acuerdo, y al día siguiente vio el niño cómo traía una caja más grande desde luego, y de ella sacaba con sumo cuidado un violín viejo y feo. El pequeño estuvo a punto de negarse a tocar en esa cosa. Se encontraba demasiado satisfecho con el suyo, ¿para qué tocar el de ese señor? iba a pasar vergüenza delante de todos. Para colmo de males, observó con cuánta delicadeza lo sacaba del estuche (deteriorado) y se lo entregaba como si fuese lo máximo. Ya no sabía qué hacer o decir el chiquito, negarse a estas alturas era imposible. Pues bien, lo tomó, lo acomodó, respiró hondo y principió a tocar. De inmediato advirtió que el hombre colocó ambas manos debajo del instrumento, para evitar que se cayera en un descuido. En milésimas de segundo se le ocurrió que estaba mal de la cabeza, cuidar así un pobre violín maltrecho... Al comenzar a tocar un concierto para violín de Tchaikovsky, ocurrió un milagro. El niño tocaba exactamente igual, pero las notas adquirían un brillo aterciopelado, se conjugaban con tal maestría que lo hacían parecer un virtuoso. No podía creer lo que escuchaba, ese violín tenía alma y de ella se elevaba la más bella y exquisita música. Era un himno, una plegaria, filigranas de cristal, el hondo latido de la Tierra, lo era todo! Al terminar, hubo un silencio palpable y luego tronaron los aplausos. Se había reunido más gente que nunca al correr la voz que escucharían un Stradivarius.
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