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Eran las cuatro de la mañana de una madrugada, cuando escuché mi pulso acelerado. Respiré hondo, volvió mi sueño: corría con todo mi aliento. Una grieta en la tierra me perseguía. Desperté, la cabeza de mi esposa y la mía rodaban por la pendiente. cargué a mi mujer y salí. Segundos después el temblor, el estruendo… dos cachetadas me volvieron a la realidad. La voz imperativa me exigió: “¡Deja dormir!, con una chingada, ya van dos veces que me traes a la sala”. |
Texto agregado el 22-03-2022, y leído por 102
visitantes. (4 votos)
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Lectores Opinan |
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24-03-2022 |
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Je, je, así son las esposas, ni siquiera cuando las salvas están contentas. Muy bueno. Saludos. maparo55 |
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23-03-2022 |
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—Y bueno así es la vida, de sueños, pesadillas, recriminaciones de quienes no entienden y cuentos que entretienen, también se vive y... escribe. —Un abrazo. vicenterreramarquez |
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23-03-2022 |
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Elinstinto de supervivencia funcionó a la perfección, cosas que tu mujer no entiende, jajaja… MujerDiosa |
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23-03-2022 |
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Entre rodar por la pendiente y despertar de golpe y ser amonestado, a veces es preferible el sueño que es como una película y no la misma película de todos los días. Un gran abrazo, amigo.
guidos |
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